viernes, 9 de marzo de 2018

Marcos 7.24-30, TLA

24 Después, Jesús salió de allí y fue hasta la región de la ciudad de Tiro. En ese lugar, se quedó unos días en una casa, y no quería que nadie supiera dónde estaba. Pero no pudo esconderse.
25-26 Una mujer supo que Jesús estaba en el lugar, y fue a buscarlo, pues su hija tenía un espíritu malo. Esta mujer no era judía; era de la región de Fenicia, que está en Siria. Cuando encontró a Jesús, se arrodilló delante de él y le rogó que librara del espíritu malo a su hija. 27 Pero Jesús le dijo: —Deja que primero coman los hijos, pues no está bien quitarles la comida para echársela a los perros.
28 Y ella le contestó: —¡Señor, eso es cierto! Pero aun los perros comen las sobras que se les caen a los hijos debajo de la mesa.
29 Jesús le dijo: —¡Mujer, es muy cierto lo que dices! Vete tranquila a tu casa, pues el demonio ya salió de tu hija.
30 La mujer regresó a su casa y, cuando llegó, encontró a su hija acostada en la cama. El demonio ya había salido de ella.

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