sábado, 10 de marzo de 2018

Letra 561, 11 de marzo de 2018


LOS HOMBRES DEL MAESTRO (VI)
JUAN
Serafín de Ausejo

Resultado de imagen para greco apostol juan3. La segunda etapa de su vida coincide con el último decenio del primer siglo de nuestra era poco más o menos. Juan es ahora el oráculo de los cristianos de la provincia romana de Asia, es decir, del litoral egeo y parte de tierra adentro de la actual Turquía. El centro de su actividad apostólica es siempre Éfeso.
Él mismo nos dice en el Apocalipsis que estuvo desterrado en Palmos por haber dado testimonio de Jesús. Esto debió de acontecer durante la persecución de Domiciano (años 81-96 d. C.). Su sucesor, el benigno y ya casi anciano Nerva (a. 96-98), concedió una amnistía general, en virtud de la cual pudo Juan volver a Éfeso. Allí nos lo sitúa la tradición cristiana de primerísima hora, cuya solvencia histórica es irrecusable. El Apocalipsis y las tres cartas de Juan atestiguan igualmente que su autor vive en Asia y que goza allí de extraordinaria autoridad. Y no es para menos. En ninguna otra parte del mundo civilizado, ni siquiera en Roma, quedaban ya apóstoles supervivientes. Y sería de ver la veneración que sentirían los cristianos de fines del primer siglo por aquel anciano que había oído hablar al Señor Jesús, y le había visto con sus propios ojos, y le había tocado con sus manos, y le había contemplado en su vida terrena y ya resucitado, y había presenciado su ascensión a los cielos.
Por eso el valor de sus enseñanzas y el peso de sus afirmaciones por fuerza había de ser excepcional y único. Y en este anciano, que al parecer jamás iba a morir—eso anhelaban y, en parte, creían los buenos hijos espirituales del apóstol viendo su longevidad—, encontraban aquellas comunidades cristianas un manantial inagotable de vida en Cristo. De él dependen, en su doctrina, en su espiritualidad y en la suave unción cristocéntrica de sus escritos, los Santos Padres de aquella primera generación posapostólica que le trataron personalmente o se formaron en la fe cristiana con los que habian vivido con él, como San Papias de Hierápolis, San Policarpo de Esmirna, San Ignacio de Antioquía y San Ireneo de Lyón. Y son éstos precisamente las fuentes de donde dimanan las mejores noticias que la tradición nos transmitió acerca de esta última etapa de la vida del apóstol. […]

4. Pero el Juan misionero queda como empequeñecido por el Juan escritor. Si con su palabra hablada fue el oráculo del Asia durante muchos años, con sus escritos es y seguirá siendo, a través de los siglos, el "teólogo" y el "místico" por excelencia, el "águila" de los evangelistas, la antorcha que ilumina con claridades celestiales el futuro terrestre y eterno de la Iglesia.
Tres son las obras salidas de su pluma incluidas en el canon del Nuevo Testamento: el cuarto evangelio, el Apocalipsis y las tres cartas que llevan su nombre.
A pesar de la aparente serenidad y del buscado anonimato, en parte, de estas obras, la recia personalidad de su autor, dominada por una hondísima penetración del "misterio" de Jesús, se acusa fuertemente en ellas por la concepción y trama de las mismas, por la profundidad de sus ideas, que el lector nunca logra agotar, y por lo peculiar de su estilo, pobre de gramática y de recursos literarios, pero de un dramatismo inigualado.
Los escritos de San Juan son ya el final de los libros sagrados, el último estadio del fieri de la Iglesia naciente, la madurez definitiva de la revelación. Con media docena escasa de ideas, pero cargadas de una densidad teológica inagotable, Juan desarrolla el tema central y aun único de sus escritos: enseñarnos quién es y qué es Jesús: Dios-hombre, luz, vida, verdad y amor.
Si a San Juan se le llama el evangelista del amor, por las mismas razones debería llamársele el evangelista de la vida, del Cristo-Vida, cuya "gloria' junto al Padre, reverberada sobre la vida terrestre del Maestro, nos describe como ningún otro escritor sagrado.
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EL CAMINAR DEL DISCÍPULO
DISCIPULADO Y SEGUIMIENTO DE JESÚS

LA LLAMADA AL SEGUIMIENTO (VI)
Dietrich Bonhoeffer

Imagen relacionadaSólo el obediente cree. Para poder creer hay que practicar la obediencia a una orden concreta. Es preciso dar un primer paso de obediencia para que la fe no se convierta en una forma piadosa de engañarse a sí mismo, para que no se convierta en gracia barata. Esto depende del primer paso, que es cualitativamente distinto a todos los siguientes. El primer paso de la obediencia debe llevar a Pedro lejos de sus redes, fuera de su barca, debe llevar al joven rico lejos de sus riquezas. Sólo en esta existencia nueva, creada por la obediencia, es posible creer.
Por lo tanto, hay que considerar este primer paso como la obra exterior consistente en cambiar una forma de existencia por otra. Todos pueden dar este primer paso. El hombre tiene libertad para ello. Es un acto dentro de la justicia civilis, en la que el hombre es libre. Pedro no puede convertirse, pero puede abandonar sus redes. Lo que se exige en los evangelios con este primer paso es una acción que abarque toda la vida. La Iglesia romana consideraba semejante paso sólo como la posibilidad extraordinaria del monaquismo, mientras que para los otros fieles bastaba con estar dispuesto a someterse incondicionalmente a la Iglesia y a sus preceptos.
También los textos de las confesiones de fe luteranas reconocen de manera significativa la importancia de un primer paso. Después de haber eliminado conscientemente el peligro de un error sinergista, es posible y necesario dejar espacio libre a primer acto exterior exigido por la fe; es el paso hacia la Iglesia, en la que se predica la palabra de la salvación.
Este paso puede ser dado con toda libertad. ¡Ven a la Los domingos, puedes dejar tu casa e ir a escuchar la predicación. Si no lo haces, te excluyes voluntariamente del lugar donde es posible creer. Con esto, los textos de las confesiones de fe luteranas testimonian que son conscientes de una situación en la que es posible creer, y de otra en la que no es posible. Es verdad que esta idea permanece aquí en segundo plano, como si nos avergonzásemos de ella, pero existe bajo la forma de un conocimiento único e idéntico sobre la importancia del primer paso como acto externo.
Una vez establecida esta idea, hemos de añadir que este paso, en cuanto acto puramente externo, es y sigue siendo una obra muerta de la ley, que por sí misma no conduce a Cristo. En cuanto acto exterior, la nueva existencia permanece totalmente semejante a la antigua; en el mejor de los casos se alcanzará una nueva ley o un nuevo estilo de vida que, sin embargo, no tienen nada que ver con la vida nueva en Cristo. El bebedor que renuncia al alcohol, el rico que abandona su dinero queda libre con esto del alcohol o del dinero, pero no de sí mismo.

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EMPIEZA LA CONFERENCIA MISIONERA EN TANZANIA CON UN PROFUNDO ESPÍRITU DE INTERCAMBIO

Empieza la conferencia misionera en Tanzania con un profundo espíritu de intercambioLa tan esperada Conferencia sobre Misión Mundial y Evangelización se inauguró el 8 de marzo en Arusha (Tanzania), al ritmo de percusiones africanas, con casi mil participantes, narración de cuentos y un espíritu de intercambio que prepararon el terreno para el resto de la semana.
La conferencia, organizada por el Consejo Mundial de Iglesias (CMI) con el tema “Avanzar en el Espíritu: llamados a un discipulado transformado y transformador”, ha reunido a representantes de iglesias protestantes, ortodoxas, católicas romanas, evangélicas, pentecostales e iglesias instituidas en África.
La Dra. Agnes Abuom, de la Iglesia Anglicana de Kenya, la primera mujer y la primera africana de la historia en ser moderadora del Consejo Mundial de Iglesias, dio la bienvenida a todos en el servicio inaugural. “La Conferencia sobre Misión Mundial y Evangelización, con el tema “Avanzar en el Espíritu: llamados a un discipulado transformado y transformador”, se enmarca en la celebración más general y universal por parte de la comunidad ecuménica de iglesias del 70º aniversario del Consejo Mundial de Iglesias”. La Dra. Abuom añadió: “Por lo tanto, abordaremos el tema de esta conferencia con la celebración, la conmemoración y la lamentación como telón de fondo”.
La moderadora destacó: “Miramos atrás con agradecimiento al Dios Todopoderoso por la visión de nuestros predecesores ecuménicos; por su compromiso, su coraje y su determinación para seguir el llamado a la unidad de la iglesia y la unidad de la humanidad en un momento de la historia en que el mundo estaba dividido y devastado por la guerra, habitado por comunidades fracturadas y relaciones rotas”.
En su discurso inaugural, el secretario general del CMI, el Rev. Dr. Olav Fykse Tveit, calificó esta conferencia como un hito en la historia moderna de la iglesia. “Creo que en nuestros días, Dios nos está recordando especialmente cuál es la fuerza que impulsa la misión de la iglesia”. “Es el amor de Dios, manifestado en el amor de Jesucristo a través de su vida, su crucifixión y su resurrección, que trajo la salvación y la reconciliación al mundo”, añadió. Deberíamos llevar marcadas las palabras del apóstol San Pablo: “El amor de Cristo nos impulsa” (2 Corintios 5:14)”. […]
La Rev. Dra. Mutale Mulenga-Kaunda, investigadora de la Universidad de KwaZulu-Natal, que pronunció uno de los discursos principales, dijo que era para ella un honor participar en la reunión ecuménica, y más porque esta se iniciaba en el Día Internacional de la Mujer.
Después de compartir su historia personal de lucha, conversión y esperanza, Mulenga-Kaunda habló sobre la particular perspectiva africana que compartirían los asistentes a la conferencia. “Luché con oraciones que parecían quedar sin respuesta. Luché por comprender cómo el Espíritu vivificador de Dios guiaría mi camino hacia un futuro desconocido”, dijo. […]
Las respuestas a la intervención de la Dra. Mulenga-Kaunda, ofrecieron una reflexión sobre la manera en que la historia de la oradora daba una dimensión más profunda al tema de la conferencia y sentaba las bases para entablar un diálogo más profundo. […]
El profesor emérito Néstor O. Míguez, teólogo argentino, dijo que las ideas de Mulenga-Kaunda nos permitían ver cómo la vida nos prepara para la misión. “La sabiduría que se puede extraer de estas historias, junto con la sabiduría desarrollada por el pensamiento crítico guiado por el Espíritu de Dios, son la fuerza indispensable del discipulado transformado y transformador”, dijo Míguez.

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Apocalipsis 1.9, L. Cervantes-O.

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