sábado, 27 de febrero de 2016

Letra 459, 28 de febrero de 2016

LA ORACIÓN
Søren Kierkegaard (Dinamarca, 1813-1855)

 

E
n definitiva, orar es respirar, es vivir, es introducirse día tras día en el Misterio de Dios, es dejarse interpelar por una Voz que no se siente a plena luz de día, sino en el silencio de la intemperie personal. Orar es confiar en la acción de Dios en el corazón del hombre, es esperar que la muerte y la desesperación no sean la última palabra de la existencia humana, es desear que la atmósfera humana se regenere continuamente, es velar por la felicidad del otro, es escuchar afable la Voz que llama incondicionalmente a todo hombre y a toda mujer con el propósito de que la obedezcan fielmente y sin excusas.

***

Oh Dios, Tú nos has amado primero. No estamos hablando de un hecho histórico, como si Tú una vez nos hubieras amado primero. Sino que hablamos de siempre, muchas veces, durante la vida, Tú nos amas primero. Cuando nos desvelamos a la mañana y nuestro pensamiento se orienta hacia Ti, Tú eres el primero, Tú ya nos has amado primero. Y si me levanto de madrugada, y en el mismo segundo te adoro, Tú ya te has adelantado y me has amado primero. […]. Y así pasa siempre… ¡Nosotros, en cambio, ingratos como somos, decimos que sólo una vez nos has amado primero!

_________________________




CULTO DE ADORACIÓN
Escuela de Formación Cristiana, 11.00 hrs.
La mayordomía de la creación
Koinonía, 11.50 hrs.
Acto Litúrgico / Laboratorio, 12.10 hrs.
Dirige: Mauricio Magallanes Guerrero


Introito
   
    Propósito: _____________________________________

    Consiste en: _______________________________________

 

Preludio al piano      Propósito: ____________________________________

Adorar y celebrar el nombre de Dios



    Llamamiento a la _______________________

    ¿Quién(es) lo lleva(n) a cabo? ___________________

    Propósito: __________________________


 

   Oración de __________________________

   No es de confesión, ni de intercesión.


 

   Himnos

   Propósito: ________________________

   Número más adecuado: ________


Afirmar la primacía de la gracia

 

 Oración de __________________________    No es de ofrecimiento, ni de
 intercesión.

Unidos/as en el Espíritu


  
   Importancia del saludo en el culto___________________________________

Plegaria comunitaria

 

    Oración de ________________ No es de ofrecimiento ni de confesión.

    ¿Quién debe hacerla? ____________________________

    ¿Por qué se canta un himno antes de hacerla? __________________________
    _____________________________________

Atendemos la voz del Señor

 

    ¿Por qué se leen una porción del Antiguo Testamento y otra del Nuevo? ___________

     _____________________________________________________________________


Reflexión


¿Cuál es la importancia de la predicación como parte del culto? _____________________

________________________________________________________________________

Sus promesas son eternas

 

   ¿Por qué cantamos inmediatamente después de la reflexión bíblica? _______________

     _____________________________________________________________________

La mayordomía del corazón                  I Crónicas 29.14, DHH

 

Oración de _________________________________ No es de confesión ni de intercesión.

La compañía continua del Salvador

 

  ¿Quién bendice a quién? _________________________________________________

 

  ¿Cuál debe ser nuestra actitud durante el postludio? _____________________________

  ¿Este es el momento adecuado para informar a la iglesia?___________ ¿Cuánto tiempo

  deben durar los avisos? ____________________________

_______________________________

Carlos A. Valle

N
o importan sus conclusiones o los abusos que pudieran manifestar, siempre serán un aporte a nuevas visiones y nuevos cuestionamientos. Bastaría recordar las críticas que debió soportar José Saramago con su apreciable Evangelio según Jesucristo.
Aunque hay mucha riqueza en el libro de Carrère solo se mencionarán algunas ideas claves que son las más llamativas y que están relacionadas con dos personajes claves, el Apóstol Pablo y el Evangelista Lucas.
Pablo aparece como una especie de francotirador que, a partir de la experiencia de un encuentro excepcional con Jesús en Damasco, reclama el título de Apóstol. Pablo centra su predicación en elucubraciones de dimensión trascendentes con relieves que hacen de la figura de Jesús un ser celestial exento de connotaciones respecto de su ministerio. Considera que a Pablo no le interesaba conocer detalles de la vida y los mensajes de Jesús. Este es un argumento con evidente sustento ya que, a pesar de sus muchos contactos y no menores conflictivos con el grupo de creyentes liderados por los apóstoles Santiago y Pedro, jamás en sus escritos hace mención a hechos concretos de la vida de Jesús, salvo los que tienen que ver con la muerte y resurrección y en un ya establecido ritual para la celebración de la Cena del Señor.
Carrère, quien reiteradamente se niega a aceptar la resurrección de Jesús, subraya la autoridad con que Pablo se dirige en sus cartas a las diversas comunidades con las que ha establecido relación. Al mismo tiempo, deja ver la turbación que le provoca que uno de sus argumentos, centrado en el inminente fin de los tiempos durante su generación, no se realizara.
Subraya en su libro la ruptura de Pablo con las imposiciones de la Ley judía. Acentúa las discrepancias sobre la dependencia de las tradiciones religiosas judías en la conformación del cristianismo. Esta liberación que manifiesta Pablo, él la corrobora mencionando que Dios les ha dado “una Ley llena de prohibiciones que le impiden congeniar con los demás pueblos.”
Lucas le resulta un personaje muy atractivo porque siendo médico se vuelve un escritor y siendo griego adhiere a la prédica de Pablo. “Cuando me cuentan una historia me gusta saber quién me la cuenta”, por eso Carrère cree que lo que finalmente va a escribir es una biografía de Lucas.
Para hacerlo traza un cuidadoso recorrido de la vida de este evangelista y lo abunda con un vasto número de referencias históricas y geográficas que tienden a dar más validez a sus propias ideas. Hay que reconocer que, en varios momentos, indica que va a proponer ciertas teorías que son parte de sus suposiciones. Allí no puede evitar resaltar la importancia de su pensamiento.
Carrère trata de hacer una diferenciación entre el Lucas que escribe Hechos y el que redacta el Evangelio. Reconoce que en el Evangelio se han incorporado tradiciones que eran conocidas, sobre hechos y dichos de Jesús, y le hace imaginar a Lucas que no serían del agrado de Pablo. A esta tradición recibida ha añadido sus propios aportes, las confidencias de la madre Jesús y, especialmente, la conocida parábola, mal llamada del “hijo pródigo”.
Las referencias bibliográficas que sostienen su trabajo son casi nulas, salvo una reiterada mención a Joseph Ernest Renan el filósofo, filólogo e historiador francés (1823-1892) quien desde el racionalismo contribuyó en su época a la búsqueda del Jesús histórico, búsqueda que sigue involucrando hasta hoy a muchos teólogos e investigadores con resultados siempre controvertidos. En su Vida de Jesús, lo considera como un “anarquista” lo que le acarreó su expulsión del Collége de France considerándolo como un “blasfemo europeo”.

Actividades

OREMOS TODAS POR LAS ACTIVIDADES DEL MES QUE ESTÁ POR COMENZAR

*** 
CULTO DE ORACIÓN Y ESTUDIO
Martes 1 de marzo, 19 hrs.
Modera: A.I. Pablo Gil M.

Llamamiento: Salmo 117 (Leído y cantado)
Oración de ofrecimiento
Himnos: “Dulces melodías cantaré” (386)
               “De paz inundada” (285)
Momentos de oración
Lectura bíblica: Isaías 49.1-13
Tema: Segundo “canto del Siervo”
Himno: “Lugar hay donde descansar” (338)
Ofertorio
Bendición pastoral

SEGUNDO “CÁNTICO DEL SIERVO”
Julio Alonso Ampuero

L
a introducción es enfática y solemne. Lo que el profeta va a proclamar es tan importante que se invita a las islas (v. 1) a prestar atención a las palabras del Siervo de Yahvé, el cual tiene una misión universal que desempeñar (v. 6). Las islas son los países costeros del Mediterráneo en general (cf. 41:1). Todos los pueblos van a recibir un mensaje inaudito de parte de un enviado de Dios, cuya misión se extiende hasta los confines de la tierra (“pueblos lejanos”, v. 1).
Y su condición es tan excepcional, que no ha sido elegido, como Moisés y otros profetas, durante su vida, sino que desde el seno materno le ha llamado Yahvé para confiarle una misión única. Jeremías había sido designado para "profeta entre los pueblos" (Jer 1:5); aquí el Siervo de Yahvé ha recibido una misión más concreta y sublime, ya que por su misión hará que la salvación llegue hasta los confines de la tierra.
Por su entrega total a esta misión divina merecerá el nombre por antonomasia de Siervo de Yahvé. Para ello le ha dotado de cualidades excepcionales de predicador. Tendrá tal penetración su palabra en el auditorio, que será como espada (Heb 4:12; Ap 1:16).
Este símil también insinúa el efecto doloroso de su palabra, en cuanto creará una situación de angustia y de contradicción en los corazones de los oyentes, sobre todo en los que se opongan a ella. Además, en la imagen del profeta parece contraponerse el modo de conquistar los corazones por parte del Siervo de Yahvé, por la persuasión, la modestia y la palabra, y el de los conquistadores orientales, por la espada y la violencia.
El Siervo de Yahvé no tendrá otra espada que su palabra insinuante e incisiva. Y sigue el símil militar: “me ha guardado a la sombra de su mano” (v. 2), e.d., como el guerrero acaricia la empuñadura de la espada y la protege para que no se la arrebaten, así Dios protege y acaricia al Siervo de Yahvé, instrumento de su especialísima providencia en un momento dado de su historia, convirtiéndole en “aguda saeta” en su aljaba, dispuesta a lanzarla para ganar los corazones de las gentes para su causa. A continuación, explica, sin metáforas, lo anterior: “me ha dicho: Tú eres mi siervo” (ν. 3), e.d., el instrumento por el que Yahvé será glorificado.
______________________________________

PRÓXIMAS ACTIVIDADES

MARZO

“Él mismo los perfeccionará, afirmará, fortalecerá y establecerá” (I Pedro 5.10)

20-27 de marzo
La Pasión del Señor según las cartas de Juan

Somos fortalecidos en comunidad (Salmo 28), L. Cervantes-O.

28 de febrero, 2016

El Señor es el baluarte de su pueblo,
la fortaleza que salva a su ungido.
Salva a tu pueblo, bendice a tu heredad,
sé su pastor y guíalos por siempre.
Salmo 28.8-9, La Palabra (Hispanoamérica)

En la historia del antiguo Israel siempre surgieron circunstancias en medio de las cuales el pueblo requirió experimentar la fortaleza que solamente le proporcionaba su fe en Yahvé. Muchas de esas experiencias están reflejadas en los salmos, en este caso el 28, es una súplica en la que la voz individual y colectiva se funden ante el acecho de los adversarios. El lenguaje reitera la confianza de ser escuchados por el señor, quien inevitablemente se mostrará como una ayuda continua para las necesidades de su pueblo. Ciertamente es difícil identificar una situación concreta en la experiencia descrita, pero eso no le resta impulso a la expresión con que el salmo describe la manera en que la comunidad recibe el apoyo irrestricto de su Dios. “En esta literatura la comunidad de fe ha oído, y continúa oyendo, el lenguaje soberano de Dios que se encuentra con la comunidad en sus profundidades de necesidad y en sus alturas de celebración. Los Salmos ponen toda nuestra vida bajo el gobierno de Dios, donde todo puede ser sometido al Dios del evangelio”.[1]

La primera parte es un clamor que insiste en ser escuchado, en no ser ignorado por su Creador, a quien le debe la vida y cuyo silencio sería como una afirmación de la muerte: “Señor, a ti te llamo;/ no me ignores, fortaleza mía,/ que si tú no me hablas/ seré como los muertos” (v. 1). El creyente alza la voz, literalmente, para invocar incluso en el santuario adonde se encuentra buscando la presencia de su Dios “Escucha mi grito de súplica/ cuando te invoco,/ cuando alzo mis manos/ hacia tu santuario” (v. 2). “El hombre puede despreocuparse; pero también puede sentir opresivamente el silencio de Dios. Sentirlo como carencia, como vacío, es ya relacionarse con Dios, o sea, tenerlo dentro; psicológicamente, escuchar el silencio puede ser una experiencia profunda. Así sucede que la ‘llamada y grito’ del orante rompen y atraviesan ese silencio insoportable”.[2] Toparse con el silencio divino es una de las grandes puertas posibles para acceder a su contacto, a la posibilidad de escuchar su voz intempestivamente. Aquí, la supuesta inactividad de Dios conduciría al ser humano inevitablemente a la muerte: “La intervención de Dios es en este momento cuestión de vida o muerte: si se desentiende o ~e retrae, deja campo libre a las fuerzas de la destrucción, a esa fatal fuerza de gravedad que hace ‘bajar’ al hombre a la ‘fosa’”.[3]

Inmediatamente después el salmo deriva hacia la realidad del mal, de los enemigos que, si el Señor no responde, aprovecharán la oportunidad para “hacerse cargo de la situación”. Son personas violentas, de doble cara, por lo que convivir con ellas es un riesgo permanente: “No me arrojes con los malvados/ ni con los que hacen el mal:/ hablan de paz con sus amigos,/ pero en su corazón hay violencia” (v. 3). Ellos encarnan el mal y su actitud contrasta con la de quien habla: “Mientras toda la actividad del orante consiste en gritar y alzar los brazos, los malvados despliegan toda su actividad prescindiendo de Dios. Mentalmente ellos reducen al Señor al silencio o a la inacción”.[4] Los que hacen el mal no descansan y, en su opinión, sus acciones son muestra de que Dios no reacciona ni observa lo que sucede. Pero el salmista piensa lo contrario y contrataca para suplicar que la intervención divina revierta los sucesos: “…trátalos según sus acciones/ y la maldad de sus actos;/ trátalos de acuerdo con sus obras,/ ¡dales tú su merecido!”. No reconocer las acciones justas y benéficas del Señor es razón suficiente para que Él los derribe y no se puedan levantar (v. 5), pues haciendo eso manifestará que hace suya la causa de quien ora y clama.

Por ello la parte final del salmo es una exclamación de reconocimiento por las formas en que Dios responde (v. 6). Del corazón brota la expresión máxima de gratitud y la celebración de quién es Dios para el creyente que antes estuvo tan afligido: “El Señor es mi fortaleza y mi escudo,/ en él mi corazón confía” (7a). El Señor le ha de vuelto la alegría con lo que ha hecho a su favor: “Me ha socorrido y estoy alegre,/ con mis cantos le doy gracias” 7b). El nivel comunitario reaparece y funciona como una comprobación de la manera en que Dios actúa para beneficiar a su pueblo: “El Señor es el baluarte de su pueblo,/ la fortaleza que salva a su ungido” (8). La fortaleza viene del Dios que continuamente dará la cara por la comunidad, incluso en medio de los peores ambientes. La historia del pueblo es una demostración permanente de eso y varios salmos más lo corroboran. Siendo su posesión o territorio propio, el pueblo puede esperar siempre la ayuda de su pastor divino, pues no permitirá que sea ofendido o maltratado por nadie. El Señor garantiza la salvación de su pueblo y la conducción de sus caminos: “Salva a tu pueblo, bendice a tu heredad,/ sé su pastor y guíalos por siempre” (9).

De ahí que las palabras de Brueggemann resuenen proféticamente al evaluar el sentido de la repetición de los salmos y su importancia para la espiritualidad cristiana, individual y colectiva:

Los salmos insisten regularmente en la equidad, fuerza y libertad suficientes para vivir humanamente la propia vida. Los salmos no pueden sacarse de ese contexto de preocupaciones comunitarias.
Cuando repetimos estos salmos, en comunidad o en privado, estamos rodeados de una nube de testigos que cuentan con nuestras oraciones. Esos testigos incluyen ante todo a los judíos que gritaron contra el faraón y otros opresores. Pero la nube de testigos incluye a todos los que esperan la justicia y la liberación. Esto no nos aparta de la convicción de que Dios es un Espíritu poderoso. Eso no reduce los salmos a documentos políticos. Insiste más bien en que nuestra espiritualidad debe responder al Dios presente donde las cuestiones de justicia y orden, transformación y equilibrio son de suma importancia. No nos atrevemos a ser positivistas sobre nuestra espiritualidad como si viviéramos en un mundo en el que todos los temas están estructurados. La espiritualidad de los salmos supone que el mundo es cuestionado en esta conversación con Dios. Eso permite y requiere que nuestra conversación con Dios sea vigorosa, cándida y atrevida. Dios asume papeles diferentes en estas conversaciones. A veces Dios es el garante del equilibrio antiguo. Otras veces Dios es un precursor de la nueva justicia que debe establecerse. A veces también Dios está en desorientación, siendo soberano en modos que no nos llaman la atención como adecuados. Podríamos suspirar por un Dios lejos de tal dinámica, por una espiritualidad no tan inclinada al conflicto.[5]




[1] Walter Brueggemann, El mensaje del libro de los Salmos. Un comentario teológico México, Universidad Iberoamericana, 1998, p. 17.
[2] Luis Alonso Schökel y Cecilia Carniti, trad., introducciones y comentario. Los salmos. I. Salmos 1-72. Estella, Verbo Divino, 1992, p. 443. Cf. el poema “Hombre en la sinagoga”, de Santiago Kovadloff, judío argentino: “Un día estalló el último espejo/ y mi vida fue un peso sin forma/ y aquí volví en busca de Dios./ Dios calló como siempre/ y entonces descubrí la sinagoga:/ sus sólidas paredes,/ el gratísimo silencio./ la fresca paz de este recinto en el verano./ y ya no me fui más./ Afuera la inclemencia empuja a la fe/ y la fe al vacío.// Aquí dentro la ausencia de Dios importa poco” (La sombra oscilante. México, UNAM, 1988, Material de lectura, Poesía moderna, 138, p. 22).
[3] Ídem.
[4] Ibíd., p. 444.
[5] W. Brueggemann, op. cit., p. 265. Énfasis agregado.

Apocalipsis 1.9, L. Cervantes-O.

29 de agosto, 2021   Yo, Juan, soy su hermano en Cristo, pues ustedes y yo confiamos en él. Y por confiar en él, pertenezco al reino de Di...