sábado, 17 de abril de 2010

Salmo 136.1-13


Biblia en Lenguaje Sencillo, SBU

¡Alabemos a Dios, porque él es bueno!
¡Dios nunca deja de amarnos!
Alabemos al Dios de dioses.
¡Dios nunca deja de amarnos!
Alabemos al Señor de señores.
¡Dios nunca deja de amarnos!
Sólo Dios hace grandes maravillas.
¡Dios nunca deja de amarnos!
Dios hizo los cielos con sabiduría.
¡Dios nunca deja de amarnos!
Extendió la tierra sobre el agua.
¡Dios nunca deja de amarnos!
Hizo los astros luminosos.
¡Dios nunca deja de amarnos!
Hizo el sol, para alumbrar el día.
¡Dios nunca deja de amarnos!
Hizo la luna y las estrellas, para alumbrar la noche.
¡Dios nunca deja de amarnos!
En Egipto hirió de muerte
al hijo mayor de cada familia.
¡Dios nunca deja de amarnos!
Sacó de Egipto a Israel.
¡Dios nunca deja de amarnos!
Allí mostró su gran poder.
¡Dios nunca deja de amarnos!
Partió en dos el Mar de los Juncos.
¡Dios nunca deja de amarnos!
Hundió en el mar al faraón y a su ejército.
¡Dios nunca deja de amarnos!

viernes, 16 de abril de 2010

El devenir de un pueblo peregrino


Arnold Belkin, Exodus (1951)

La Iglesia Presbiteriana Ammi-Shadday

invita a las actividades de acción de gracias

con motivo de su XV Aniversario

los días 21-25 de abril de 2010.


Programa

Miércoles 21, 19 hrs, culto especial
Tema: Misión urbana y Reino de Dios, un desafío permanente
Expositor: Pbro. Eliseo Vílchez B.

Jueves 22, 19 hrs., culto especial:
Tema: Fe, testimonio y misión en los tiempos actuales
Expositor: Est. L. Iván Jiménez J.

Viernes 23, 19 hrs., culto especial
Tema: La evangelización y el discipulado como prácticas constantes
Expositores: Pbros. Alberto Arenas M. y Hugo Gallardo D.

Sábado 24, 16 hrs.
Mesa redonda sobre la historia de la iglesia

19 hrs., Cena de aniversario

Domingo 25, 10.30 hrs.
Tema: Una iglesia ante el presente y el futuro
Expositora: L.T. María Deniz Ramírez

17.00 hrs., culto magno
Tema: Ammi-Shadday, el pueblo de Dios siempre en marcha
Expositor: Pbro. Rubén J. Arjona Mejía

viernes, 9 de abril de 2010

Letra 166, 11 de abril de 2010

EL PADRE NUESTRO EN ARAMEO, SU LENGUA ORIGINAL
Miguel Zavala-Múgica

El arameo
La lengua aramea era el idioma del Imperio Babilonio (ca. VI a.C.), al ser deportados los israelitas (reinos de Israel, 721 a.C., y Judá, 586 a.C.), la adoptaron como propia. El hebreo, la lengua propia de Israel hasta el Exilio, se quedó sólo como lingua sacra, es decir, únicamente relacionada con el culto y a las Escrituras Sagradas.
El hebreo nunca más volvería a ser una lengua "viva", sino hasta que un escritor judío europeo ―que si no me equivoco era Jayim Najman Biálik (Chaim Nachman Bialik)―, sacrificó la educación de sus propios hijos para enseñarlos a hablar sólo hebreo (fines del XIX o principios del XX), en preparación del plan sionista para la fundación de un hogar nacional judío en Palestina. Actualmente el hebreo es la lengua nacional del Estado de Israel.
Incluso a la vuelta del exilio ―bajo los persas de Ciro el Grande―, el arameo siguió siendo lengua nacional para los judíos, y esa situación siguió hasta los tiempos en que los judíos estuvieron bajo dominación romana. El hebreo se mantuvo como lengua litúrgica. En el siglo I d.C., la diáspora ―o dispersión judía por el Imperio romano―, los judíos usaban al menos tres lenguas: el griego como lingua franca del imperio (que no el latín), el hebreo como lingua sacra, y el arameo como liCursivangua domestica (es decir en casa y en familia).
Esto último ha hecho que escritores que se referían a los judíos en el siglo I d.C., se refirieran a la lengua aramea hablada por los judíos como “lengua hebrea" (confusión por: "la lengua de los hebreos"). Es el caso del Obispo Papías de Hierápolis (en la actual Turquía) por quien sabemos que: "...Mateo escribió su evangelio en lengua hebrea", desde luego, su "lengua hebrea" es, en realidad, el arameo.

El Jesús histórico
Por lo arriba dicho, se conoce cómo y por qué Jesús tenía que haber hablado arameo como lengua familiar. En lo que respecta a las Escrituras del Antiguo Testamento, Jesús ―y sobre todo la primera comunidad cristiana―, seguramente conocieron y usaron en las sinagogas la traducción griega (Septuaginta, LXX), pero sin duda, Jesús usó las versiones arameas conocidas como Targum (targumim en plural).
El cristianismo nació en un ambiente de intenso tráfico cultural entre diversos pueblos y religiones, en el marco ―digamos "tolerante"―, del Imperio romano. La fuente principal del cristianismo es el judaísmo, pero no directamente el judaísmo de la Biblia hebrea, sino el judaísmo pasado por la experiencia universalista del exilio a Babilonia, y sobre todo, pasado por un cedazo helenista (griego). La Septuaginta o traducción griega, es el resultado del paso por este cedazo, y refleja una forma griega de interpretar los antiguos textos hebreos.
El cristianismo es a la vez el resultado de varios acoplamientos entre la propuesta religiosa y humana del judaísmo y las expectativas del mundo greco-latino. Al principio de su gestación, el cristianismo no fue una sola opción, ni mucho menos un bloque religioso compacto, ni tampoco una institución monolítica ni jerárquica estrictamente diseñada; antes bien, era un conjunto, bastante diverso, de formas de entender la persona y el mensaje de Jesús y su relación con el judaísmo.
Ciertamente, el cristianismo del siglo I tenía muchas conexiones con las diversas formas del gnosticismo (a su vez, un fenómeno bien diverso y anterior ya al cristianismo mismo), la jerarquía cristiana era más bien horizontal y se refería a un liderazgo carismático: maestros, pastores, apóstoles, profetas, títulos que aparecen mencionados en el Nuevo Testamento al lado de los de diáconos, presbíteros y obispos (más bien administrativos, pero que fueron los que sobrevivieron).
No sé si existan traducciones castellanas de las obras de la Dra. Elaine Pagels, una investigadora de Princeton, especialista en los temas de cistianismo primitivo, gnosticismo, evangelios apócrifos, etcétera. Me parece seria, aunque a veces, sinceramente, desearía yo que sus propuestas fueran menos ambiciosas. Por cierto, ha sido entrevistada en documentales de National Geographic sobre los famosos documentos descubiertos en Nag Hammadi, Egipto, a propósito de los temas de los evangelios apócrifos en general , y en particular, de los llamados "de María Magdalena" y "de Judas".
Pero concretamente en relación con Jesús y al Padrenuestro, hay un autor (ya difunto), Joachim Jeremias (1900-1979), pastor luterano alemán ―nació en Dresden―, de origen judío, que vivió gran parte de su vida en Israel (pasó su juventud en Jerusalén), entregado a la investigación del conjunto de temas como: "el Jesús histórico" (tema comenzado a fines del siglo XIX por el investigador Ernest Renán en su Vida de Jesús, prohibidísima ―en su tiempo― por la Iglesia Católica Romana), y el tema de los ipsissima verba Iesu (locución latina = "las mismísimas palabras de Jesús" usada por los eruditos en su búsqueda por descubrir qué partes de los evangelios son palabras de verdad pronunciadas por el Jesús histórico.
Joachim Jeremias empeñó todo su esfuerzo en estos dos grandes temas, y su gran instrumento de trabajo, fue ―amén del conocimiento del hebreo, el griego y el latín―, precisamente el uso de la lengua aramea y. sobre todo, la retrotraducción de textos del Nuevo Testamento (como los evangelios de Marcos y Mateo), cuyos documentos más viejos sólo conocemos en griego.
Marcos y Mateo, fueron escritos originalmente en arameo (ya había comentado algo sobre el testimonio del obispo Papías), pero esos documentos no llegaron hasta nosotros; en ese sentido, la obra de J. Jeremias es monumental y arroja mucha luz al redescubrir énfasis y sentidos distintos o más ricos a los que usa el cristianismo actual, debido al "cedazo o filtro helénico" ya mencionado. J. Jeremias tiene varias obras: Palabras de Jesús (1968); Las parábolas de Jesús (1971); JerusCursivaalén en tiempos de Jesús (1977); La última cena (1980), Palabras desconocidas de Jesús (1984); Teología del Nuevo Testamento, Vol. I (1985), el autor murió antes de poder darnos el vol. II de esta última; pero quizá la más importaCursivante sea: Abbá. El mensaje central del Nuevo Testamento. Salamanca, Sígueme, 1993 (Biblioteca de estudios bíblicos, 30). De ésta última extraigo la versión aramea más exacta hasta ahora conocida, lograda por la retrotraducción del Padrenuestro, hecha por J. Jeremias, como la forma más aproximada a lo que habría sonado en labios de Jesús.
Jeremias toma esta forma más corta y presumiblemente más antigua, del Evangelio de Lucas, incluyendo algunas variantes de Mateo. Lamento no tener los signos ortográficos fonéticos que aparecen en el texto, trato de ponerla lo mejor posible para poder pronunciarlo: “Abbá,/ yitqaddásh sh'maj / teté maljutáj/ lahmán d'limhár / hab lán yoma dén/ Ushbóq lán hobaín / k'dish'baqnán l'hayyabaín/ w'la' ta 'elinnán l'nysyón”. Como se ve, hasta se da una cierta rima; aquí va la versión castellana: “Papacito,/ santificado sea tu Nombre./ Venga tu Reino./ Nuestro pan para mañana,/ dánoslo hoy./ Y perdónanos nuestras deudas,/ así como también nosotros,/ estamos perdonando a nuestros deudores./ Y no nos dejes caer en la tentación”.
Ciertamente, en las formas actuales de rezar la Oración del Señor, hemos perdido mucho de la sencillez y transparencia original, así como de la contundencia de su compromiso: Jeremías aclara que hay que entender: "Perdónanos... así como... ―al decir estas palabras―, nosotros mismos ya estamos perdonando a nuestros deudores". Espero que, al desechar las versiones hermosas, pero fantasiosas, y sustituirlas por estudios serios y mejor fundados, las ilusiones no decaigan, sino se animen por la sed de un verdadero conocimiento.
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LECTURAS BÍBLICAS 2010 (10)
JUAN 6.14-26

14 Cuando todos vieron este milagro, dijeron: "De veras este es el profeta quetenía que venir al mundo".
15 Jesús se dio cuenta de que lagente quería llevárselo a la fuerza para hacerlo su rey. Por eso se fue a lo alto del cerro para estar solo.
16-17 Al anochecer los discípulos de Jesús subieron a una barca ycomenzaron a cruzar el lago para ir al pueblo de Cafarnaúm. Ya había oscurecido totalmente, y Jesús todavíano había regresado. 18 De pronto, empezó a soplar un fuerte viento y las olas se hicieron cada vez más grandes. 19 Los discípulos ya habían navegado cinco o seis kilómetros cuando vieron a Jesús caminar sobre el agua. Como Jesús se acercaba cada vez más a la barca, tuvieron miedo.20 Pero él les dijo: "¡Soy yo! ¡No tengan miedo!". 21 Los discípulos querían que Jesús subiera a la barca, pero de inmediato la barca llegó al lugar a donde iban.
22 Al día siguiente, la gente que estaba al otro lado del lago se enteró de que los discípulos se habían ido en la única barca que había, y de que Jesús no se había ido con ellos. 23 Otras barcas llegaron de la ciudad de Tiberias y se detuvieron cerca del lugar donde el Señor había dado gracias por el pan con que alimentó a la gente. 24 Cuando la gente vio que ni Jesús ni sus discípulos venían en esas barcas, decidieron ir a buscarlo. Entonces subieron a las barcas y cruzaron el lago en dirección a Cafarnaúm.
25 Cuando la gente encontró a Jesús al otro lado del lago, le preguntaron: ―Maestro, ¿cuándo llegaste? 26 Jesús les respondió: ―Francamente, ustedes me buscan porque comieron hasta quedar satisfechos, y no por haber entendido los milagros que hice.
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EL PROGRESO DEL PEREGRINO, DE JOHN BUNYAN

FLEX. —Amigo Obstinado, estoy decidido; voy a seguir a este hombre y unir mi suerte con la suya. Pero (dirigiéndose a Cristiano), ¿sabes tú el camino que nos ha de llevar al lugar que deseamos?
CRIST. —Me ha dado la dirección un hombre llamado "Evangelista"; debemos ir en busca de la puerta angosta que está más adelante, y en ella se nos darán informes sobre nuestro camino.
FLEX. —Adelante, pues; marchemos. Y emprendieron juntos la marcha. Obstinado se volvió solo a la ciudad, lamentándose del fanatismo de sus dos vecinos. Estos continuaron su camino, hablando amistosamente de la necia terquedad de Obstinado, que no había podido sentir el poder y terrores de lo invisible, y la grandeza de las cosas que esperaban: —Las concibo—decía Cristiano—; pero no hallo palabras bastantes para explicarlas. Abramos el libro leámoslas en él.
FLEX. —Pero, ¿y tienes convencimiento de que sea verdad lo que el libro dice? CRIST. —Sí, porque lo ha compuesto Aquel que ni puede engañarse ni engañarnos.
FLEX. —Léeme, pues.
CRIST. —Se nos dará la posesión de un reino que no tendrá fin, y se nos dotará de vida eterna para que podamos poseerle para siempre. Se nos darán coronas de gloria y unas vestiduras resplandecientes como el sol en el firmamento. Allí no habrá llanto ni dolor, porque el Señor del reino limpiará toda lágrima de nuestros ojos.
FLEX. —¡Qué bello y magnífico es esto! ¿Y cuál será allí nuestra compañía?
CRIST. —Estaremos con los serafines y querubines, criaturas cuyo brillo nos deslumbrará: encontraremos también allí a millares que nos han precedido.

Dios se encuentra con su pueblo en la historia, L. Cervantes-O.

11 de abril de 2010

XV Aniversario: El devenir de un pueblo peregrino


Salmo 44.1-8


¡Dios mío!,

nuestros padres nos han contado

las grandes maravillas

que tú hiciste en el pasado.

Tú mismo echaste de su tierra

a los otros pueblos;

los destruiste por completo,

y en lugar de ellos pusiste

a nuestro propio pueblo,

y lo hiciste prosperar.

No fue con la espada como ellos conquistaron esta tierra;

no fue la fuerza de su brazo

lo que les dio la victoria.

¡Fue tu mano poderosa!

¡Fue la luz de tu presencia,

porque tú los amabas!

Tú eres mi Dios y mi rey;

¡tú nos diste la victoria!

Por tu gran poder

vencimos a nuestros enemigos;

¡destruimos a nuestros agresores!

Yo no pondría mi confianza

en mi arco y en mis flechas,

ni pensaría que mi espada

podría darme la victoria;

¡fuiste tú quien nos hizo vencer

a nuestros enemigos!,

¡fuiste tú quien puso en vergüenza

a nuestros adversarios!

Dios nuestro, ¡siempre te alabaremos!,

¡siempre te daremos gracias!

sábado, 3 de abril de 2010

Resurrección y vida para todos/as, L. Cervantes-O.

4 de abril de 2010
Sólo me mueve, oh Dios, para quererte,
la promesa que en ti tiene sentido,
ni temo a tanto mal hoy tan temido
cuando apruebo el pecado hasta perderte.
Ya me inspira este afán por conocerte
soportando la cruz y revivido,
me conmueve saber lo que has sufrido
y de rodillas vuelvo hasta tu muerte.[1]
Frank Estévez Guerra

1. Muerte, sepultura, resurrección, apariciones: la dinámica de la esperanza
El cap. 24 del evangelio de Lucas es la culminación de la primera parte de su obra narrativo-teológica. Allí, mediante cuatro secciones claramente diferenciadas, se instala una sólida dinámica querigmática que establece la secuencia muerte-sepultura-resurrección-apariciones (Hch 13.28-31) como el desarrollo casi natural de la experiencia de Jesús que se transferirá a sus seguidores/as a fin de tomarla como testimonio que deberá predicarse desde Jerusalén hasta todo el mundo conocido, Roma incluida (Lc 24.47; Hch 1.8). Como tal, obedece a una de las convicciones más arraigadas en las comunidades cristianas iniciales, cuya certeza sobre el sepulcro vacío es el fundamento de su esperanza. Las mujeres, conocedoras de primera mano de la tumba vacía (Lc 24.1-12), los caminantes de Emmaús, que dialogaron con el Nuevo Hombre resucitado sin saberlo (vv. 13-35), los discípulos, por fin reunidos, condición esencial para recibir la visita del Resucitado (vv. 36-49) y, por último, la comunidad completa, viéndolo partir para entrar de nuevo en la plenitud divina (vv. 50-53), todos ellos/as completan el cuadro de una esperanza totalizante que alcanza su densidad total al hacerse realidad gracias a la fe.
Porque acaso los momentos culminantes de este proceso sean aquellos en que las mujeres, los caminantes, los discípulos y toda la comunidad “abren los ojos” para entender el sentido de las Escrituras y de las palabras mismas de Jesús (vv. 8, 32, 44-45). La nueva luz con que enfrentan el porvenir sólo podía venir de un cambio de visión producido por la fuerza de la resurrección de lo muerto, de lo inservible, de lo inútil. En ese sentido, la resurrección es una puerta hacia la novedad de vida, de pensamiento, de acción. Ella viene a capacitar desde ya a los y las discípulas para llevar un mensaje verdaderamente transformador, superando los encasillamientos que la tradición acostumbra colocar a los contenidos “religiosos” de la fe, ofreciéndolos como tales y dejando escaso margen a la mirada total sobre las cosas. Por eso, ningún evangelio narra o describe el hecho mismo de la resurrección,
[2] pues para eso están los documentos apócrifos (casi esotéricos), sino que la proyecta hacia sus consecuencias: acción, movimiento impensado, cambio en en el discurso y la actitud de los supuestos discípulos abandonados y derrotados. Con ello, el mensaje de Pascua ya estaba cumpliendo su función movilizadora, pues despertaría lo mejor de aquellas personas pasivas y sujetas a muchos controles externos para hacerlos en Hch, sujetos y protagonistas de la fe, la misión y la teología fruto de ellas.

2. La resurrección, nueva forma de existencia humana en el horizonte del Reino de Dios
En resumen, mi canto ya te espera
y aguarda lo que aguardo y aguardara
porque sé que vendrás a tu manera.
No me tengas en cuenta la ceguera
ni esa vez que de orgullo te negara
al no escuchar tu voz por la sordera.

Ante todo, la resurrección de Jesús, el justo crucificado, fue y es un acto de reivindicación, como lo son todas las acciones y gestos que devuelven, literalmente, la confianza y la esperanza en Dios y en los seres humanos. Reivindicación que alcanza no sólo a Jesús sino a todos sus seguidores/as porque con ella se abre la puerta de todas las reivindicaciones, incluso las que parecen imposibles porque enfrentan enemigos tan aparentemente invencibles, como la muerte misma. Si ésta es una realidad inexcusable para todos/as, es sometida e incorporada a una dinámica salvífica que no le resta el horror, pero permire afrontarla con otras premisas. Puede vérsele, ahora, como reverso o como servidora de la vida, algo impensable antes de que Jesús abandonara la tumba. El cuerpo resucitado de Jesús es una prenda de la eternidad vuelta historia, es un tesoro que se entrega en recipiente de vida a todos los seres humanos condenadosn o sometidos, como él lo estuvo, a las fuerzas oscuras del mal, pues de esa negrura abismal de la no-vida, brota en su persona, que ha trascendido esas fronteras, que ha visitado la oscuridad total, una nueva forma de existencia que desafía las barreras físicas y biológicas mediante la fuerza del amor total, de la entrega misteriosa a la insondable profundidad de un Dios que triunfa sobre los límites que él mismo ha puesto a la existencia.
Con la resurrección nace una nueva humanidad que cree posible ir más allá de la corrupción y el olvido para instalarse por siempre en la historia, pase lo que pase. Lo sucedido a Jesús en la cruz y en sepulcro, misterioso y escatológico como es, más allá de las explicaciones racionales más inverosímiles, coloca un halo de esperanza a todos los ascontecimientos humanos más escandalosos. En el cuerpo revivificado de Jesús, la injusticia misma es aguijoneada mortalmente por el amor y la justicia. “Oh muerte, yo seré tumuerte” (Oseas 13.14) es mucho más que un ingenioso y paradójico juego de palabras: es la intuición profética de que existe algo, no más allá de “esta vida”, sino una sola y más grande, la vida en Dios y por Dios, en medio de las peores circunstancias. En suma, la humanidad vive hoy, como escribió Julia Esquivel en los peores años de la represión armada en Guatemala, amenazada, no de muerte, sino de resurrección, por Dios mismo y por el pecado:

Nos han amenazado de Resurrección,
porque ellos están más vivos que nunca,
porque pueblan nuestras agonías,
porque fertilizan nuestra lucha,
porque nos levantan cuando caemos,
porque se yerguen como gigantes
ante el miedo de los gorilas enloquecidos.

Nos han amenazado de Resurrección
Porque ellos no conocen la vida (¡los pobres!) [...]

¡Acompáñanos en esta vigilia
y sabrás lo que es soñar!
¡Sabrás entonces lo maravilloso que es
vivir amenazado de Resurrección!
[3]

Por ello, porque la resurrección levanta y vivifica y hace vivir de otra manera, la experiencia de Jesús anuncia la experiencia de todos, en medio de la violencia imperante, porque sólo para quienes no quieren vivir (gente tanatófila) la resurrección es una pesadilla. Como resume bien Olegario González de Cardedal:

La memoria passionis et resurrectionis Christi se convierte así en amenaza para todos los violentos y en promesa para todos los justos y los pacíficos. Esa palabra viene de alguien que vivió la historia humana gustando todas sus violencias inhumanas y confiado a todas las promesas divinas. El Resucitado no es un ingenuo que nada pensara y nada supiera de la historia de los hombres sino que intentó la transformación de ella desde su mensaje del Reino de Dios y ofreció el máximo servicio para llevar a cabo tal transformación por la ofrenda sacrificial por todos ante Dios en la muerte, portando todas nuestras injusticias y superándolas. Si su muerte fue vivida en solidaridad, representación y sustitución de todos los pecadores e injustos ante Dios, su resurrección pudo ser comprendida como la respuesta de perdón, justicia y santificación que Dios nos daba en él a todos, devolviéndolo vivo.
[4]
Notas
[1] F. Estévez Guerra, “A Cristo resucitado”, en Protestante Digital, núm. 326, 4 de abril de 2010, www.protestantedigital.com/new/nowleerpoema.php?131.
[2] Joseph A. Fitzmyer, El evangelio según Lucas. Vol. 4. 2ª ed. Madrid, Cristiandad, 2006, p. 541.
[3] J. Esquivel, “Nos han amenazado de resurrección”, en www.literaturaguatemalteca.org/esquivel9.htm.
[4] O. González de Cardedal, La entraña del cristianismo. 3a. ed. Salamanca, Secretarfiado Trinitario, 2001, p. 380. Énfasis agregado.

El triunfo del amor sobre la muerte, Martha González P.

Cursiva4 de abril de 2010
El día viernes la Iglesia recordó cómo el Mesías del amor fue ajusticiado, cómo el Mesías del amor fue condenado por el Sanedrín y cómo fue ejecutado por los romanos. Al igual que ahora, muchos hombres y mujeres que han seguido el modelo del Mesías del amor, siguen siendo condenados, ajusticiados y ejecutados.
Miremos el texto:
24:1 El primer día de la semana, muy de mañana, vinieron al sepulcro, trayendo las especias aromáticas que habían preparado, y algunas otras mujeres con ellas.
El autor del Evangelio de Lucas desde este primer versículo, rescata la participación de las mujeres, quienes son consideradas desde una de tantas interpretaciones como madres de una nueva historia de amor y plenitud que ahora comienza.
En este versículo, Lucas expresa el apremio de las mujeres para dar un servicio amoroso de embalsamamiento al cuerpo de Jesús, y por eso resalta Lucas que “muy de mañana” salen con las especies que habían preparado. Este acto de las mujeres ya es una locura, porque “no se puede abrir una tumba para embalsamar a un cadáver que ya casi está putrefacto, pero por el gran amor a Jesús, ellas regresan a la tumba a querer mostrar un “signo” amoroso con el cuerpo del maestro.

24:2 Y hallaron removida la piedra del sepulcro;
Las mujeres se quedan sorprendidas porque alguien se les adelantó y ya han removido la piedra.
Ya ustedes saben que las tumbas orientales son excavadas en la roca, el cuerpo del muerto se envolvía en largas tiras de lienzo como vendas y se le acostaba dentro de la tumba, después se cerraba con una gran piedra circular que se corría a través de la entrada.
[1]
Por eso se quedan sorprendidas al ver la piedra removida.

24:3 y entrando, no hallaron el cuerpo del Señor Jesús. Las mujeres se sienten desconcertadas y no saben qué hacer, ellas ni siquiera pensaban en ese momento en la resurrección, sólo piensan en lo que ha pasado con el cuerpo de su maestro.

24:4 Aconteció que estando ellas perplejas por esto, he aquí se pararon junto a ellas dos varones con vestiduras resplandecientes; Aquí se menciona que mientras estaban en este desconcierto, se les aparecen dos varones con figuras resplandecientes. Es decir, que lo que se les va a anunciar, y nada menos que a las mujeres, es un mensaje de Dios, y, es nada menos que “el mensaje pascual” Dios ha resucitado a Jesús. ¡Jesús vive!, esto en un primer momento parece que las mujeres no lo entienden, por eso el mensajero de Dios les hace la siguiente pregunta.

24:5 y como tuvieron temor, y bajaron el rostro a tierra, les dijeron: ¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive?
Claro, porque Jesús vive, no se le puede buscar en una tumba, por eso se les hace la pregunta a las mujeres, ¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive? ellas no pueden buscar a Jesús entre los muertos, porque él vive, “ha resucitado”.
24:6 No está aquí, sino que ha resucitado. Acordaos de lo que os habló, cuando aún estaba en Galilea,
En este versículo, la palabra resucitado, indica una acción dada, que no se prolonga en el tiempo. Pero lo más relevante, es que el mensajero de Dios insta a las mujeres a que apelen a la memoria histórica, les motiva a recordar todo lo que aconteció cuando andaban con Jesús y les dice: “acuérdense de lo que les dijo cuando estaba en Galilea…”

24:7 diciendo: Es necesario que el Hijo del Hombre sea entregado en manos de hombres pecadores, y que sea crucificado, y resucite al tercer día.
Esta profecía había sido anunciada a los doce según Lc. 9. 22-44.
En el versículo 22 les dice: Es necesario que el Hijo del Hombre padezca muchas cosas, y sea desechado por los ancianos, por los principales sacerdotes y por los escribas, y que sea muerto, y que resucite al tercer día.
En el versículo 44 Lucas resalta las palabras que Jesús les dice: “Haced que os penetren bien en los oídos estas palabras; porque acontecerá que el Hijo del Hombre será entregado en manos de hombres”. Esto, aunque era dirigido a los doce discípulos, también las mujeres lo habían escuchado y lo habían grabado muy bien. Asombrosamente, en el versículo 45 se menciona que al igual que en esta porción Bíblica de Lucas 24.12, los hombres “no entendían estas palabras”… y temían preguntar sobre ellas a Jesús.
También en el verso 7 aparece la palabra resucitar, pero el sentido de la palabra en este verso expresa una acción puntual continua, es decir, se refiere a un Jesús que iba a aparecer o a resucitar para estar en la comunidad.

24:8 Entonces ellas se acordaron de sus palabras, Cuando los mensajeros de Dios terminan de hablar, entonces las mujeres comienzan a recordar (este recordar ya es una acción que nos hace falta realizar a todos/as) todas las muestras que el Mesías del amor, Jesús, hizo y dijo. Comenzaron quizá a recordar sus pensamientos, sus enseñanzas, sus ideales en la construcción de un mundo mas justo para todos/as, comenzaron a recordar los milagros que realizó, recordaron cómo había restaurado sus vidas y las de otros/as.

24:9 y volviendo del sepulcro, dieron nuevas de todas estas cosas a los once, y a todos los demás.
Al recordar todo, no pueden quedarse con este mensaje que Dios les ha dado, por eso van y cuentan lo sucedido, por lo tanto, ellas son las primeras mujeres que entran en acción, como dice la teóloga Elsa Tamez, son las primeras en ejercer el oficio de “apóstol”, porque van y dan las “Nuevas” a los once y a todos los demás.
Este versícuo ha servido de apoyo para demostrar el liderazgo de las mujeres en el movimiento de Jesús

24:10 Eran María Magdalena, y Juana, y María madre de Jacobo, y las demás con ellas, quienes dijeron estas cosas a los apóstoles.
El que aparezcan los nombres de las mujeres es relevante, sin embargo, ustedes ya saben que en el judaísmo las mujeres no podían dar testimonio, no podían ser testigos, su palabra no valía. Así que se entiende el por qué para los discípulos sus palabras fueron consideradas como “delirio”.

24:11 Mas a ellos les parecían locura las palabras de ellas, y no las creían.
24:12 Pero levantándose Pedro, corrió al sepulcro; y cuando miró dentro, vio los lienzos solos, y se fue a casa maravillándose de lo que había sucedido.
Al no valer las palabras de las mujeres como testimonio de lo que el mensajero de Dios les dijo, quizá se entiende el por qué se dice que Lucas añade el siguiente verso, para que sea Pedro quien va a comprobar lo que ellas han dicho, y así ya pueda ser publicado a los judíos.
Meditación
¿A qué nos lleva el haber revisado un año más esta historia bíblica de la Resurrección? De qué manera la Iglesia puede ser testigo de que realmente Jesús ha resucitado? ¿Que Él vive?
El teólogo Xabier Pikaza dice que “Dios responde y vence a la muerte ofreciendo un nuevo amor, resucitando y restaurando la vida de los seres humanos”
[2]
Esta restauración de los seres humanos, ésta gestación del surgimiento de la nueva humanidad en Cristo, sin ánimos de pretensión, sólo la pueden entender las mujeres, porque con este acto de amor, la muerte se ha vencido, el amor y la vida han triunfado. Por Gracia de Dios, sólo las mujeres pudieron ser las primeras testigos de la Gracia de la Resurrección.
Las mujeres que menciona Lucas pueden entender la gestación del surgimiento de la nueva humanidad creada a partir de la Resurrección de Jesús. Menciona Pikaza que “la tumba vacía es como la nueva matriz del nacimiento y es el ángel de Dios el que ha hablado diciendo: no está aquí, ha resucitado”.
Jesús desde su ministerio ha vencido la muerte con actos de amor permanentes, cotidianos, porque donde encontraba agonía, sufrimiento, necesidad, incluso muerte, él daba vida.
Cuando las mujeres son inducidas a recordar, evocan toda la actividad de Jesús, su mensaje sobre la venida del Reino, evocan el amor de Dios que en su misericordia quiere la salvación de las personas. Quizá recordaron a Jesús comiendo con los pecadores, su convivencia con ellas. Ahora ellas a pesar de su desaliento, desconcierto y quizá desesperanza, ahora a partir de lo que Dios les ha revelado, vuelven a la comunión con él, con el Resucitado. Así nacemos los cristianos/as, a partir del mensaje y del conjunto de todas las actividades de Jesús, de su mensaje del Reino, de su pasión, muerte y Resurrección, y claro, por la gracia de Dios.
Una invitación que nos hacen los teólogos latinoamericanos es que reflexionemos la Resurrección a partir de la realidad histórica, que no perdamos de vista la dimensión liberadora, integral y universal de las personas. Porque la Resurrección “es una invitación a la comunidad cristiana, a asumir el compromiso de construir un mundo nuevo que permita la liberación integral de todas las personas. De hecho, la Resurrección no las coloca al margen de la historia, sino que, por el contrario, les da certeza de que los compromisos a favor del pueblo no son estériles”.
[3]
Lucas, a través de las mujeres en esta historia, nos enseña que la experiencia de la Pascua, la Resurrección de Cristo comienza con la experiencia de vida que cada quien tiene con Jesús, asimismo, las mujeres nos enseñan que la Resurrección de Cristo sólo se puede experimentar en comunidad, es en esta donde Dios se revela, y es en la comunidad donde el Resucitado vive y se experimenta.
Esta muestra de amor de parte de Dios hacia ellas no la deben silenciar, no pueden quedarse gozando a solas esta noticia, sino que van y buscan a sus amigos más cercanos y a todos los demás. Esta es la alegría de la Resurrección de Jesús. Al resucitar Jesús, comienza la vida, comienza una nueva vida en comunidad. Pikaza afirma que “el amor es encuentro de vida con aquél que resucita”.
La Resurrección debe significar para la Iglesia un nuevo sentido, ¿en qué formas esta Iglesia da vida a otros/as?, ¿en qué forma esta Iglesia da vida a la comunidad que le rodea, a esta comunidad en la que hay hambre, violencia y muerte?
La Resurrección de nuestro Señor no sólo nos debe comprometer a realizar actividades litúrgicas en esta Semana Santa, sino que además debemos continuar con su misión. La obra de Jesús significa estar a favor de la vida, estar a favor del que sufre, del que se encuentra solo, del que es violentado, marginado, olvidado, es estar a favor de todos aquellos que nos necesitan.
Algo que he observado es que en la Iglesia difícilmente ofrecemos nuestros dones y capacidades al servicio de los demás hermanos y hermanas de la comunidad, realizando algún proyecto comunitario, sin que éste tenga que ver con que se unan a la Iglesia. Jesús trabajó para dignificar la vida de las personas y sigue trabajando a través de su Iglesia. Sólo trabajando como Jesús podemos ser testigos fieles de la Resurrección de Jesús, anunciando y dando vida, haciendo que el amor a Dios reflejado en el amor al prójimo triunfe sobre la muerte que nos rodea.
Les comparto la semblanza de un ejemplo de mujer quien no se pudo callar cuando conoció a Jesús el Resucitado. Digna Ochoa, quien en su compromiso con el Dios de la vida la llevó a dar vida a otros/as. Escuchemos sus palabras:

Soy monja, trabajo como abogada. Mi papá fue líder en Veracruz, se fue involucrando en la lucha por el agua potable, caminos, certificados de tierra, en la fábrica de azúcar donde trabajaba. Estudié leyes porque siempre oí decir a mi papá que se necesitaban más abogados porque todos cobraban mucho.
Papá fue injustamente encarcelado un año y quince días, fue desaparecido y torturado, y, luego los cargos contra él fueron fabricados. Esto encauzó mi determinación de hacer algo por aquellos que padecen alguna injusticia, comencé a trabajar como abogada en las oficinas de la Procuraduría Estatal, el trabajo era considerado bueno, pero me di cuenta de que estaba haciendo lo mismo que todos, sirviendo al sistema que yo misma criticaba y contra el que yo quería pelear, renuncié y junto con otros abogados abrí una oficina. Nuestro primer caso era contra policías judiciales involucrados en la detención ilegal y tortura a varios campesinos, queríamos sentirnos como abogados, por eso nos volcamos al caso, nuestro error fue tomarlo sin un respaldo institucional, yo me las arreglé para obtener evidencias sustraídas contra la policía, así que empezaron a hostigarme hasta que me detuvieron, estaba asustada pero no podía demostrarlo, tenía que aparentar seguridad en mí misma, al menos públicamente, si mostraba temor ellos sabrían cómo dominarme, era mi mecanismo de defensa. Entonces fui secuestrada e incomunicada ocho días por la policía, querían que les diera todas las evidencias que tenía en su contra. Yo había escondido los expedientes muy bien, no en mi casa ni en la de las víctimas porque temía que entraran a robarles, sentí en carne propia lo que mi padre sintió, lo que otra gente había sufrido; la policía me dijo que tenían a mis familiares, dijeron sus nombres, lo peor fue cuando dijeron que tenían a mi papá, yo sabía lo que él había sufrido y no quería que lo reviviera, al mismo tiempo ellos me daban toques eléctricos y me pusieron agua mineral en la nariz, nada comparado con la tortura psicológica. Fue un mes de tortura, me las arreglé para escapar de donde me tenían y me escondí un mes. Vine a la ciudad de México a tomar un curso de Derechos Humanos por tres meses. Me invitaron a trabajar en el Centro Agustín Pro y acepté, desde entonces he defendido casos como el de mi padre y el mío que generan coraje y el coraje se convierte en fortaleza para tratar de hacer algo. En el trabajo aparento ser seria y decidida, a veces estoy temblando por dentro, a veces quiero llorar, pero no puedo porque eso me hace vulnerable, me desarma. En el “Pro” hemos pasado duros momentos, como los dos años de amenazas de muerte que comenzamos a recibir en 1995.
Una iba dirigida a mí, primero sentí escalofríos, fui a la cocina con una copia del fax con la amenaza y le dije a una de las hermanas de la congregación: Luz, ¡recibí una amenaza! ¡está dirigida a mí! Luz respondió: Digna, no es una amenaza de muerte ¡es una amenaza de Resurrección! Eso le dio sentido.


Digna es un ejemplo de mujer que por amor a Dios y a la vida, dedicó su vida a dar vida a otros. Realmente Digna le dio un sentido nuevo a la Resurrección. El trabajo de Digna es un ejemplo de que el amor triunfa sobre la muerte.
Que Dios quien en su infinito amor resucitó a Jesús y nos ha resucitado a nosotros, nos encamine a participar en su reino venciendo los signos de muerte con signos de amor y vida, como anuncios de esperanza, de fraternidad, de celebración y de testimonio en Jesús resucitado, desde ahora y hasta el día en que él venga. Amén.
Notas
[1] William Barclay, El Nuevo Testamento comentado, Lucas, Vol. 4. Buenos Aires, La Aurora, 1972, p. 282.
[2] Xabier Pikaza, La resurrección, Ed. Paulinas, 1993.
[3] Beatriz Charría Angulo, Jesucristo, ungido y liberador. Bogotá, Indo-American Press Service, 1992, p. 323.

El amor apasionado de Dios en la cruz de Jesús, L. Cervantes-O.

2 de abril de 2010
...mas esta es vuestra hora y la potestad de las tinieblas.
Lucas 22.53b

¡...ese Cristo que está siempre muriéndose sin acabar nunca de morirse, para darnos vida!
[1]
Miguel de Unamuno

Dios ha constituido Señor y Mesías a ese mismo Jesús a quien vosotros crucificasteis.
Hechos 2.36

1. El relato lucano, reconstrucción apasionada de los momentos climáticos de la salvación
Al estilo de Lucas, la organización de los sucesos de la pasión, muerte y resurrección de Jesús buscaba responder dos preguntas que acechaban incesantemente a los primeros predicadores y misioneros cristianos: primero, si Jesús era el Mesías enviado por Dios ¿cómo es que acabó en una cruz?, y después: si era el instrumento para salvar a la humanidad, ¿porqué tuvo Dios que permitir que muriera? Los episodios, encadenados por una secuencia que proviene del primer evangelio escrito, el de Marcos, podrían resumirse bien mediante una fórmula sumamente breve y elocuente: “Jesús de Nazaret murió crucificado en las afueras de Jerusalén, siendo entonces Poncio Pilato procurador de Judea, el viernes 7 de abril del año 30 de nuestra era, a los 36 años de edad, aproximadamente”. Pero estas palabras, en su sencillez, no alcanzarían a expresar la profundidad de los hechos y obligan a enfrentar la contradicción de relatar el martirio de Jesús a la luz de la condena de la ley judía: “Es maldito de Dios el que cuelga del madero” (Dt 21.22-23). “La muerte de Jesús, y más todavía el tipo de muerte que sufrió eran propiamente insoportables para quienes tenían familiaridad con las Escrituras” (Cousin, 150), lo que no necesariamente era el caso para los lectores de Lucas.
Esta manera personal de contar los sucesos, guiada como las otras tres por un propósito proclamador, no pierden calidad literaria y, por el contrario, se la agregan a la densidad teológica de los acontecimientos. Prueba de ello es que en 23.26-49, Lucas introduce casi 15 versículos propios, sin paralelo en los demás evangelios. Ante semejante desafío, Lucas opta por seguir a Marcos y apartarse de él en varios aspectos esenciales, dotando a cada detalle de la narración de un significado específico, pues a cada paso el dramatismo del relato adquiere dimensiones teológicas propias que no deben pasarse por alto, pues para ello aparecen en el texto.

Pilato
Así, la propuesta político-demagógica de Pilato de soltar un reo (vv. 13-25
[2]) confronta las leyes religiosa y política y le da un curso “legal” a los sucesos mediante la manipulación del derecho y la aparente exculpación del gobernante romano, lo que se acentuará más tarde. “No era aquella ninguna señal de una especie de peidad secreta para con un inocente; hombre duro y cruel, el prefecto intentaba una operación política” (Cousin, p. 230). A partir del v. 26, Jesús ya está en manos de los judíos, aunque habiendo obtenido una condena expresada con matices abiertamente políticos en el contrasentido del título que llevará en la cruz (“el rey de los judíos”, v. 38) escrito en los tres idiomas. Jesús morirá como un ajusticiado por el imperio romano a manos de sus testaferros judíos, pero con verdugos militares. “Por su predicación referente a la venida inmediata del Reino de Dios, Jesús podía provocar alguna agitación popular que no habría servido ni a los intereses de Jerusalén ni a los de Roma. Convenía, pues, echar mano a un personaje al que los sumos sacerdotes consideraban como un posible agitador” (Cousin, pp. 215-216). ¡Vaya que tuvieron oficio político estos individuos!
En otras palabras, Jesús era un preso político y Barrabás perteneció al fuero común, pues resultaba ser más pelifgroso. El poder de las tinieblas, el anti-Reino, está ya haciendo de las suyas (22.53). Jesús queda completamente en su poder. En contraste, Lc afirma enérgicamente la inocencia de Jesús (vv. 4, 14, 15, 22). Una vertiente de la tradición posterior no vaciló en “cristianizar” a Pilato, pues circuló un texto llamado Hechos de Pilato, y en El Evangelio de Nicodemo (siglo IV) aparece ya como creyente.

Simón de Cirene y la clave del seguimiento (vv. 26-27)
En contra de la costumbre según la cual el condenado debía llevar personalmente el instrumento de su castigo, al menos el madero transversal. Simón, una persona de origen africano, muy probablemente perteneció a la comunidad lucano-paulina (el trasfondo más probable era Antioquía, espacio cristiano multicultural) que escribió el relato. Además de la evidente debilidad de Jesús, que hizo que no permaneciera mucho tiempo en la cruz, el significado de portar la cruz “detrás de Jesús” era una lección en sí misma, pues la farse final del v. 26 es una llamada de atención que destaca a Simón como el primero en poner a funcionar, literal y simbólicamente, la frase de Jesús en Lc 9.23 y 14.27: “El que no cargue su cruz y venga detrás de mí, no puede ser mi discípulo”, con lo que no deja de invitarse a cada creyente a imitar ese gesto tan relevante. Además, la importancia de la cristiandad africana es reconocida ampliamente en este suceso.

Palabras de Jesús en el viNegritaacrucis
En los vv. 28-31, Jesús no guarda silencio y camina hacia el martirio exhortando a las mujeres de Jerusalén a prepararse para los días futuros. Esta aparente verborrea se explica por el hecho de que su mirada escatológico-profética también entra en juego.

Las mujeres no podrán estar seguras de que la potencia del mal que lo ha llevado a él a esta hora de tinieblas no vaya a tener efecto sobre sus propias vidas. Por eso, Jesús, en el momento que afronta su destino, aconseja a las plañideras que no lloren por élsino por ellas mismas y por sus hijos. Lo que hace esta generación tedrá efecto en las generaciones futuras. [...]
Confrontado con el mal, Jesús compara su destino con “el leño verde”, de difícil combustión, y el de Jerusalén, también enfrentada a las fuerzas del mal, con el “leño seco”, susceptible de ser consumido por el fuego (Fitzmyer, p. 481).

2. Los caminos del amor apasionado de Dios en la cruz
Jesús siempre supo que la lógica de su vida lo llevaría irremediablemente a una muerte violenta y colocó este horizonte en el marco de la historia de la salvación. Pero no esperaba, necesariamente, una muerte por crucifixión, sino más bien por lapidación, en el más puro estilo judío. La mezcla de elementos religiosos y políticos entre los motivos de su asesinato hizo que terminase, más bien, condenado como sedicioso, como agitador contra el Imperio, en medio de la celebración religiosa que se vio alterada profundamente.

Las tres frases en la cruz
No hay “siete palabras” en el evangelio de Lucas, ni en todos los evangelios. Eso ha sido una construcción tendiente al perfeccionismo simbólico, que ha tratado siempre de suprimir las diferencias y contradicciones del relato. Lucas recopila tres frases sin paralelo alguno. La primera: “Perdónalos porque no saben lo que hacen” (v. 34), plantea una difícil encrucijada para sus seguidores: ¿qué discípulo hubiera sido capaz, al pie de la cruz, de soportar una palabra de perdón para los verdugos? (Cousin, p. 200).
El diálogo con el ladrón (compañero suyo según 22.37, para cumplir otra profecía) produce otra frase que proyecta la esperanza del “buen ladrón” al ámbito escatológico: “Hoy estarás conmigo en el paraíso” (v. 43). Lo implícito aquí, propio de la teología de Lucas, es que “él es el único que afirma con la mayor claridad que el destino del cristiano trasciende esta vida e incluso la muerte, que le pone fin. Y ese destino se concede libremente por el Salvador-Rey a todo el que se arrepiente a través de una experiencia de metanoia y de regreso (epistrophe) a la fuente de salvación” (Fitzmyer, p. 502).
En el caso del Salmo 22, que habla del abandono de Dios, se introduce una oración, si no apacible, al menos más llevadera para sus lectores gentiles. “La comunidad cristiana palestiniana, que utilizaba esta cita veía en ella ante todo una afirmación positiva: Jesús es el justo que sufre, anunciado por David y los profetas. Pero una iglesia griega corría el peligro de verse impresionada ante todo por este grito de desesperación; ¿no percibirían los oyentes de Lucas esta cita bajo un ángulo negativo, imaginándose que Dios había abandonado realmente a Jesús?” (Idem). Se trata de una auténtica paráfrasis en camino hacia la inculturación del mensaje: la cita del Salmo 31.6 en el v. 46 (“En tus manos encomiendo mi espíritu”) procede de otro estado de ánimo espiritual, pero el texto no deja de subrayar que fue “un grito a gran voz”. La protesta de Jesús se convierte en entrega total de su persona y en la afirmación de confianza por la certeza de que Dios recibiría su espíritu.
Un himno evangélico, modificado para no herir a las buenas conciencias, expresaba en otras épocas un apego a la cruz que se considera malsano y negativo: “Oh, yo siempre amaré esa cruz”, decía, con lo que al parecer se producía una especie de idolatría por el instrumento de tortura, pero que muy en el fondo contribuía a evitar la evasión para mirar los horrores del mismo. Porque lo que la cristiandad occidental ha hecho con la cruz ha sido un proceso de dulcificación e idealización: de instrumento de muerte, se ha convertido en joya o adorno.

El velo del templo se rasgó (v. 45)
Estamos ante la gran señal de la ruptura, del cambio de época, es decir, ante la gran realidad de la profanización, de la “paganización” de Dios, o al revés, de la sacralización de todo lo material. Este borramiento de fronteras no podía sino estar acompañado de un gran cataclismo apocalíptico, pues Lucas no puede evitar el uso de este lenguaje tan establecido. Una especie de eclipse preludia la ruptura del velo para unificar los espacios y acabar para siempre con la distinción entre lo sagrado y lo profano. Los límites se borran y sólo queda delante la realidad teológica y antropológica de un hombre que está entregando su persona entera para la realización de los planes de Dios. Las palaabras de Jesús no son serenas,en sentido estricto, aunque traslucen un aire de satisfacción por la labor realizada, aunque también anticipan la reversión de todo lo que había conseguido hasta entonces el mal. Los procesos van a seguir a la inversa ahora: se desencadenará el bien por parte de Dios y la justicia de la vida y el amor se impondrán, no sin conflicto.

La confesión del centurión romano
Lo que hace este militar es confesar la inocencia de Jesús (v. 47) sin que necesariamente confiese su fe en él, pero es un gran signo de victoria que alguien dentro de los enemigos proclame la justicia del mártir, luego de que los soldados se mofaron de él antes de la crucifixión (vv. 36-37). “Jesús fue [diríamos hoy: levantado y] ejecutado como un criminal y atormentado en una cruz, con un suplicio que sólo podía infligirse a los que no eran ciudadanos romanos” (Cousin, p. 252). Esta “conversión” del legionario imperial tambiénn representa una ruptura y manifiesta la evolución del impacto de la fe cristiana en el mundo. El relato muestra al pueblo abandonando el escenario del martirio golpeándose el pecho (v. 48), sumido entre la indiferencia y la frustración. Los cercanos y las mujeres, especialmente quienes lo acompañaban desde Galilea, sólo miraban desde lejos. Como un eficaz contrapunto narrativo, Lucas culmina la historia de la pasión con un toque de realismo en la observación de los testigos.

Contradicciones y alcances de la muerte de Jesús, el justo

La ejecución capital del 7 de abril del año 30 pone al ejecutado en la lista de víctimas inocentes, desgraciadamente tan numerosas, de un poder absoluto y cruel; pero no representa más que uno de los innumerables accidentes o injusticias en un mundo en que la vida del que no era ciudadano romano estaba tan poco garantizada. [...]
¿Cuál es el amor que condujo a Jesús hasta el sacrificio de su vida? En definitiva, la muerte de Jesús no puede ser calificada más que por su vida terrena. [...]
Jesús es aquel a quien le robaron la muerte. [...] Jesús no tuvo siquiera la satisfacción de morir dando testimonio, a la faz de todo el pueblo, de la verdadera significación que había dado a su existencia. A los ojos de la gente se presentaba en el Gólogota como un mero agitador político; ¿quién podría adivinar que aquel hombre, ejecutado en medio de dos terroristas, era un nuevo Jeremías, que era incluso el profeta último, “el que tenía que venir”? Jesús fue crucificado; le robaron su muerte. (Cousin, pp. 252, 253, 262. Énfasis agregado al final).

Los crucificados de la historia esperan la salvación. Y saben que para ello es necesario el poder; pero desconfían de lo que sea puro poder, ya que éste siempre se les ha mostrado contrario a lo largo de la historia. Lo que desean es un poder que sea realmente creíble. Ellos no creen en simples promesas: no les dan esperanza.
¿Es creíble el poder de Dios para el pueblo crucificado? Para responder a esto es necesario volver de nuevo a Jesús crucificado y reconocer en él la presencia de Dios y la expresión del amor de Dios que entrega a su Hijo por amor.
En la cruz de Jesús aparece en primer lugar la impotencia de Dios. Esa impotencia, por sí misma, no causa esperanza, pero hace creíble el poder de Dios que se mostrará en la resurrección. La razón está en que la impotencia de Dios es expresión de su absoluta cercanía a los pobres y de que comparte hasta el final sus sufrimientos. Si Dios estuvo en la cruz de Jesús, si compartió de ese modo los horrores de la historia, entonces su acción en la resurrección es creíble, al menos para los crucificados. El silencio de Dios en la cruz no es escándalo para los crucificados, pues a ellos lo que realmente les interesa saber es si Dios estuvo también en la cruz de Jesús. Si así es, ha llegado a su cumbre la cercanía de Dios a los hombres, iniciada en la encarnación. La cruz es la afirmación tajante de que nada en la historia ha puesto límites a la cercanía de Dios a los hombres. Sin esa cercanía, el poder de Dios en la resurrección correría el peligro de no ser creíble para los crucificados de este mundo. Pero con esa cercanía pueden realmente creer que el poder de Dios es Buena Nueva, porque es amor.
Dios asume la cruz en solidaridad y amor con los crucificados, con los que sufren la cruz. Les dice: aunque absurda, la cruz puede ser camino para la liberación, con tal que la asuman en libertad y amor. Entonces liberarán a la cruz de su absurdo y se liberarán a ustedes mismos. La libertad y el amor son mayores que todos los absurdos y más fuertes que la muerte; podemos hacer de ellos otros tantos caminos hacia Dios.
La cruz de Jesús es la demostración más acabada del inmenso amor de Dios a los crucificados. La cruz de Jesús dice, de un modo creíble, que Dios ama a los hombres, y que él mismo se dice y se da como amor y como salvación. En la cruz Dios ha pasado la prueba del amor, para que después podamos también creer en su poder, el poder triunfador de su resurrección. Así la resurrección de Jesús se puede convertir para los crucificados en símbolo de esperanza.
La identificación entre el Crucificado y el Resucitado alimenta la esperanza de que el futuro no está al lado de los opulentos, de los que no tienen corazón, de los criminales, sino del lado de los humillados, de los ofendidos y de los crucificados injustamente. (José Luis Caravias).

Bibliografía
José Luis Caravias, “La cercanía de la cruz hace posible el poder del resucitado”, en
www.supercable.es/~haya/sufri-5.htm.
Hugues Cousin, Los textos evangélicos de la pasión. El profeta asesinado. Estella, Verbo Divino, 1987.
Joseph A. Fitzmyer, El evangelio según Lucas. Vol. 4. 2ª ed. Madrid, Cristiandad, 2006.

[1] M. de Unamuno, Del sentimiento trágico de la vida. Madrid, Espasa Calpe, p. 151.
[2] El escritor Pår Lagerkvist, ganador del pemio Nobel, profundizó notablemente en el personaje de Barrabás, enfrentándolo a la realidad redentora de Jesús.

Comunión, humildad y compromiso en la mesa del Señor, L. Cervantes-O.

1 de abril de 2010
1. La eucaristía, afirmación comunitaria de igualdad y comunión
La celebración de la Pascua tenía su origen en el recuerdo de la liberación del pueblo esclavo en Egipto, unos 15 siglos atrás. En el proyecto teológico de Lucas, ajeno a la promoción de valores y tradiciones judías, la actitud de Jesús sobre esta fiesta es llamativamente activa, pues se propone realizar esta comida pascual junto con sus discípulos en medio de un ambiente hostil a su persona y ante los plantes para acabar con su vida. Con todo, la forma en que Jesús se liga a la tradición consiste en tomar de ella y resaltar los aspectos acordes con su nuevo proyecto, es decir, manifestar la presencia liberadora del Reino de Dios en el mundo. Éste es el aspecto que Jesús rescata, pues las acciones y gestos que acompañarán su celebración colectiva estarán en función de una nueva manera de experimentar la obra de Dios en el mundo. De modo que se sitúa en la línea de la celebración más consciente y espiritual, la más auténtica, del gran acontecimiento de la historia de su pueblo para dotarla de una proyección actual y pertinente. Además, el trasfondo de la preparación de la cena es parte de la estrategia de Jesús de ocultarse a los ojos de todo el pueblo y, especialmente, del plan paralelo para acabar con él (Lc 22.1-6). Por ello, Jesús plantea una alternativa celebratoria prácticamente clandestina para hacer presente y efectiva la nueva praxis del Reino de Dios.
Pero hay más cosas que decir sobre el carácter esta comida comunitaria. Como explica Hugues Cousin, Lucas, como parte de la tradición evangélica, retoma el relato de Marcos y sin ánimo de ser exhaustivo, resume en su propia historia la realización de muchas más, las cuales recuerdan y amplían la experiencia comunitaria de la multiplicación de los panes. Asimismo, Cousin destaca que “los relatos reflejan la comida eucarística que se hace en las diversas comunidades cristianas” y se pregunta: “¿quién podría negar que, a lo largo de todo su ministerio, el profeta de Nazaret hizo muchas comidas en común y que éstas estaban ya por sí mismas cargadas de significado?”.
[1] Para Jesús y sus seguidores/as, estas comidas tuvieron un significado peculiar: “Por una parte, la comida consitituía el lugar de la unidad del grupo, en torno a la persona del maestro. Por otra parte, el hecho de no ayunar, sino de comer en común, manifestaba que había venido el Reino de Dios. A algunos les chocaba esta actitud del maestro y de sus discípulos y oponían a Juan el bautista, que ayunaba, a Jesús ‘glotón y borracho’”.[2]
Cousin subraya también el énfasis comunitario que la iglesia le otorgó a esta celebración pospascual:

Los banquetes eucarísticos de la iglesia remiten también a las comidas celebradas por la comunidad primitiva inmediatamente después de pascua, en aquel periodo de entusiasmo en que brotó el grito pascual: “El Señor ha resucitado”. El que los discípulos continuaran después de la muerte de Jesús haciendo su comida en común en medio de la alegría, es algo que testimonia su certeza: Jesús estçá vivo y por tanto puede continuar la vida del grupo. Además, durante un lapso de tiempo de dos, tres o cuatro años, la comunidad primitiva tuvo la “experiencia pascual” de Jesús resucitado (=las apariciones) y semejantes “experiencias” se desarrollaron muy frecuentemente en el marco de las comidas en grupo.
[3]

2. Institución, actualización y proyección de la ceremonia eucarística
La frase “cuando llegó la hora” (v. 14), un eco de ella está en el v. 53, tiene también un sentido kairológico, es decir, incluye la situación del momento, pero proyecta lo sucedido al ámbito de la historia de salvación. Como escribe Fitzmyer: “En un momento crítico de esa historia, Jesús celebra la última cena con los apóstoles, una cena con la que está íntimamente relacionada la celebración cristiana de la eucaristía”.
[4] Lo que viene a continuación tendrá un sentido soteriológico y escatológico. Las palabras introductorias de Jesús (“¡Qué intensamente he deseado cenar con vosotros esta Pascua antes de mi Pasión!”, epithymia epethymesa touto to pascha phagein ‘umon pro tou me pathein, Lc 22.15) muestran el grado de apremio con que asumió el momento de trasladar la renovada experiencia de liberación al ámbito de la liberación escatológica en la época mesiánica (Fitzmyer). Se trataba de un auténtico memorial de liberación, una especie de Día de Acción de Gracias en el que se enfatizaba la acción de Dios, por lo que se cantaba el salmo 118.26: “Bendito el que viene en el nombre del Señor”.
Pero ahora Jesús va a dotar a esta ceremonia de un carácter sacramental inusitado, pues las palabras recordatorias que repetía el padre de familia (“Éste es el pan de la aflicción que nuestros padres tuvieron que comer en su salida de Egipto”, Dt 16.3), son reinterpretadas y sustituidas: los panes sin levadura son identificadas con su propio cuerpo y, según Lucas, Jesús va más lejos cuando agrega. “que se entrega por vosotros” (v. 19). El matiz sacrificial aparece en el uso del verbo didonai (“dar”, “presentar como ofrenda”, “ofrecer en sacrificio”), pues alude a una “entrega sustitutoria”. El cuerpo de Jesús es la oblación redentora, en vez del antiguo pan que sólo representaba el momento de la salida de la esclavitud. La repetición constante de esta acción (“en memoria de mí”) enfatiza la anámnesis, es decir, la lucha incesante contra el olvido, el ejercicio fecundo de la memoria. “No se trata de un mero recuerdo de Jesús, sino de una auténtica ‘re-presentación’, un volver a hacer presente su persona y sus acciones durante la última cena, en presencia de sus apóstoles”.
[5] Es como si Jesús hubiera dicho: “Hagan esto permanentemente, para que siempre esté con ustedes”.
La sangre de Jesús entra en ese mismo proceso de realización redentora del sacrificio, en el que la nueva alianza es un pacto signado por la humildad con que Jesús asume su tarea redentora. El nuevo pacto, como el anterior, está sellado con sangre, y alude también al intenso pasaje de Jeremías 31, en donde se anuncia solemnemente que cambiarán las condiciones en el trato con el pueblo. “La sangre no se ofrecía a Dios en el sacrificio de alianza (nunca lo fue en el AT), sino que se rociaba sobre los doce pilares (que representaban a Dios) y sobre el pueblo. Como la sangre es la vida y como el fluir de la sangre une para formar una sola vida, la sangre de Jesús simboliza y realiza una fuerte unión entre Dios y su pueblo”.
[6] Todo ello enmarcado en la oscura realidad de la traición que está por suceder en el seno del grupo de discípulos (v. 21). La entrega de Jesús, “hasta la sangre”, es parte del proceso de comunión plena que él busca realizar con quienes han optado por seguirlo, aun a pesar de la oposición, el rechazo y la muerte. La sangre derramada por ellos funda un nuevo pacto, una nueva relación de fe yu vida, que se experimentará en el nuevo pueblo de Dios, una iglesia llamada al testimonio, el amor y la comunión verdaderos.
Notas
[1] H. Cousin, Los textos evangélicos de la pasión. El profeta asesinado. Estella, Verbo Divino, 1987, p. 190.
[2] Idem.
[3] Ibid., pp. 190-191.
[4] Joseph A. Fitzmyer, El evangelio según Lucas. Vol. 4. Madrid, Cristiandad, p. 311.
[5] Ibid., p. 337. Énfasis agregado.
[6] C. Stuhlmueller, “Evangelio según san Lucas”, en J.A. Fitzmyer, dir., Comentario Bíblico San Jerónimo. Tomo III. Nuevo Testamento I. Madrid, Cristiandad, 1972, pp. 404-405.

Nazarín (1958), de Luis Buñuel


La autoridad espiritual de Jesús, José Luis Pérez S.

30 de marzo de 2010
Lucas 20.9-18

En estos días de celebración conocidos tradicionalmente como Semana Santa, nuestros estudios y meditaciones, por lo general, giran alrededor de la figura de Jesús. Nos interesa ver los elementos que le motivaron a tomar ciertas iniciativas y compromisos, a tal grado que le llevó a la cruz. Muchas de las preguntas que a Jesús le fueron planteadas en su momento, hoy día, los creyentes nos seguimos cuestionando.
Una de los planteamientos que Jesús buscó resolver, y que al parecer, aun en estos tiempos seguirnos cuestionando, es el tema de la autoridad. Este cuestionamiento no necesariamente gira en relación a Jesús de Nazaret; sino a las experiencias que tenemos cotidianamente del ejercicio de la autoridad, ya sea en la familia, en la comunidad religiosa, trabajo, en el Estado, entre otras instancias.
¿Qué significa el concepto de autoridad? ¿Qué relación tiene con el poder? En estos tiempos tan complicados, autoridad y poder se han malentendido y mal aplicado, ya que en la actualidad, tanto autoridad y poder se han fusionado a partir de la práctica. El concepto de autoridad apareció en Roma, como opuesto al poder. La autoridad se entendía como un elemento unido a la legitimidad, dignidad, calidad, excelencia de una institución o de una persona. Es lo que desde el punto de vista del Estado, puede ser considerado como el poder ejercido por una persona legitimada por una institución.
[1]
Mientras que el poder, es la voluntad que se imponía a otra por el ejercicio de la fuerza. Cabe señalar, que como van cambiando las sociedades, también sufren cambios las palabras y sus aplicaciones. El Diccionario de la Real Academia Española da seis definiciones del concepto de autoridad, aquí dos de ellas: poder que gobierna o ejerce el mando, de hecho o de derecho; potestad, facultad, legitimidad.[2]
Pero si nosotros entendemos la autoridad en el sentido moderno del término: como atributo de una persona, cargo u oficio que otorga un derecho a dar órdenes; como una relación entre los cargos de superior y subordinado; como una cualidad que hace que una orden se cumpla, y como base de un comportamiento, no habremos de entender así la autoridad que Jesús ejerció en su tiempo.

1. La pregunta sobre la autoridad
Según los evangelios, la figura que presentan de Jesús, es la figura de un hombre libre de prejuicios. Fue un hombre extraordinario, de buen sentido, que tenía una fantasía creadora y original.
[3] Su mensaje, “es un mensaje de radical y absoluta liberación de la condición humana con respecto a todos sus elementos alienantes.”[4] Por tanto cuestionar sobre su autoridad es, en primera instancia, preguntar ¿Quién es él? ¿Quién es Jesús de Nazaret?
Jesús es un personaje lleno de sabiduría, ésta obtenida por las experiencias. Con esta sabiduría distingue lo esencial y lo secundario, y es opuesto a cualquier tipo de exageración. No apela a principios superiores de la moral, “sino que sus palabras y comportamientos inciden de lleno en lo concreto, allí donde la realidad sangra y se ve obligada a tomar una decisión ante Dios.
[5] ¿Quién es Jesús? Para la gente de la época, es el nazareno, el hijo de José y María, un judío artesano, un hombre nada especial. Porque ¿Puede salir algo bueno de Nazaret? (Jn. 1.46)
Cuando Jesús llegó a Jerusalén montado en una asna, mientras unos cuantos se alegraban y cantaban la llegada del Salvador, otros se conmovían y decían: ¿Quién es este? “La gente les respondía: Este es Jesús, el profeta, de Nazaret de Galilea” (Mt. 21.10-11). Jesús es un profeta, un maestro, pero diferente a todos los profetas y maestros de su época. Una diferencia entre Jesús y los rabinos es que, un rabino es un intérprete de las Sagradas Escrituras, en las que lee la voluntad de Dios. En cambio, doctrina de Jesús nunca se reduce a una explicación de textos sagrados, “sino que lee la voluntad de Dios también fuera de las Escrituras, en la creación, en la historia y en la situación concreta.”
[6]
Durante el ejercicio de su ministerio, los adversarios de Jesús siempre fueron los fariseos y los escribas o juristas. Ellos son los que intervienen en el momento de la aclamación de Jesús como rey, muy cerca de Jerusalén, al pie del monte de los Olivos. Para Lucas está claro que el conflicto entre los fariseos y Jesús tenía como base prácticamente todo lo relacionado con aspectos doctrinales, de ortodoxia, la interpretación y el cumplimiento de la Ley.
Ahora, en el trasfondo de nuestro texto, los adversarios de Jesús adquieren otro rostro y otro motivo de fondo. Se trata de los más altos dirigentes: sumos sacerdotes, letrados y ancianos. En este contexto, la discusión que tienen con Jesús no es por problemas doctrinales como en otros momentos. Ellos no tienen interés en discutir sobre aspectos de la Escritura, sino sobre la autoridad y poder de Jesús. (Lc. 20.1-8) Nuestra lectura dice que Jesús está en el templo, cuando le es cuestionado “¿Con que autoridad haces eso? ¿Quién te ha dado esa autoridad?” (Lc. 20.2).
Jesús les responde a la vez con otra pregunta, en este caso sobre la doctrina del bautismo. Los sumos sacerdotes, letrados y ancianos, al no responder la pregunta, no significa que no sepan, simplemente cualquier respuesta les comprometía y no les convenía, porque lo que estaba en juego es la autoridad y el poder que ellos ejercían y que era lo que interesaba. Jesús se dirige al pueblo con una parábola.

2. El ejercicio de la autoridad para fines particulares
Aunque Jesús deja aparentemente sin respuesta la pregunta que los dirigentes de Israel le han formulado sobre su autoridad, es obvio que esta parábola es la respuesta a la autoridad con que él enseña, denuncia, anuncia y realiza gestos y acciones. Una característica en la enseñanza de Jesús es por vía de las parábolas, ésta es una comparación a partir de relatos basados en hechos de la vida cotidiana. El contenido de dichos relatos es de tal naturaleza que su interpretación queda abierta y exige, una toma de postura en el oyente.
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“Un hombre plantó una viña, la arrendó a labradores, y se ausentó por mucho tiempo” (v.9). La viña en las Escrituras es una imagen con carga simbólica importante, ya que representa el pueblo de Israel. Un pueblo que ha sido encargado a distintos personajes para su dirección y cuidado. En los versículos 10 al 12, Jesús resume la historia de las relaciones de Dios con su pueblo, marcadas por la desobediencia, la rebeldía y el rechazo a los profetas. En cada envío, el Dueño de la viña buscaba que sus arrendatarios rectificaran su modo de proceder, pero éstos siempre hicieron lo mismo.
El Señor está al pendiente de su viña, enviando en diversos momentos siervos para que éstos recogieran la cosecha. En un sentido podríamos ver que lo que el Señor de la viña ha buscado para encargar esta labor, son hombres que su función es únicamente de servicio. Estos versículos demuestran el carácter de estos viñadores, o de aquellos hombres responsables en la manutención, en el cuidado de la población. Por último, el Amo envía a su hijo amado, pues guardaba la esperanza de que a él sí lo respetarían y que ahora sí, el proyecto original se encarrilaría de nuevo (v. 13).
Con las palabras del versículo 13: “Entonces el señor de la viña dijo: ¿Qué haré? Enviaré a mi hijo amado; quizás cuando le vean a él, le tendrán respeto.” Jesús reivindica para sí su ser y su misión de Hijo de Dios y de enviado, y de una vez queda claro que la intención del Padre no es que su hijo muera, sino que los arrendatarios recapaciten, asuman que se trata de una última oportunidad para ponerse al servicio del plan de la justicia y de la vida; mas ellos se empecinan en seguir matando.
¿Porqué asesinar al hijo del señor de la viña? ¿Qué representa este hijo amado? Para los labradores, los sacerdotes, los escribas y los principales del pueblo, este enviado representa una amenaza. Porque “este es el heredero” (v. 14), para que la heredad sea nuestra hay que asesinarlo, hay que quitar de nuestro camino esta amenaza por nuestro propio bien. ¿Porqué una amenaza? Si lo único que quiere el dueño de la viña es lo que es suyo, los frutos de lo que él ha plantado.
A los labradores se les otorgó una autoridad de cuidado y de administración de la viña, es una labor que se suma a los intereses del dueño. Pero con el paso del tiempo esta responsabilidad se ha transformado en un interés personal, la viña y todo cuanto en ella existe y produce se vuelve codiciable. “La heredad debe ser nuestra”, dicen los labradores. La autoridad que ellos ejecutan, según los evangelios, es una autoridad que legitima a una persona a mandar, a actuar, a oprimir y explotar a la población. Las discusiones de Jesús con los líderes de la religión y del pueblo, giraba en este tenor. Que ellos han desarrollado una autoridad para satisfacer sus propios intereses, para efectuarlo, se han visto en la necesidad de oprimir al pueblo a través de las leyes de Dios, imponiéndoles responsabilidades y prácticas que ni ellos mismos son capaces de llevarlas a cabo.
Anteriormente, antes de la escena que hemos leído, Jesús ha estado criticando las actitudes de estos líderes, que en vez de conducir y guiar al pueblo de acuerdo a los proyectos del Reino de Dios; estaban desarrollando una autoridad lejos de los principios de la justicia, de la misericordia y del perdón de Dios. Ellos se sentían amenazados por Jesús, por la Nueva Enseñanza que estaba compartiendo, porque estaba rompiendo con los estereotipos del momento. Se sentían amenazados y su autoridad como líderes del pueblo estaba siendo cuestionada, porque estaba naciendo un nuevo líder, con un ejercicio de autoridad diferente, y porque comenzaba a ser seguido por diferentes personalidades, sobre todo de aquellos sectores marginados.

3. La autoridad como servicio, amor y entrega
Cuando hay una amenaza, hay un temor a perder el puesto, el control, el status. Porque lo que motiva a ejercer la autoridad es un bien o un interés particular. De esto ¿Qué tipo de autoridad ejerce Jesús? Cuando leemos los evangelios, hay un carácter especial en este personaje, en distintos momentos afirma: “no busco mi voluntad, sino la voluntad del que me envió” (Jn. 5.30), “Esta es la voluntad del padre” (Jn. 6.39).
La autoridad de Jesús no parte de una motivación de un deseo particular, para su seguridad y bienestar. La motivación de ejercer una autoridad es motivada por los deseos del padre, por tanto, las características de esta autoridad es de servicio, amor y entrega. “El mensaje de Jesús no intenta transformar un tipo de poder sobre la tierra, quiere superarlo.”
[8] A diferencia de los líderes políticos y religiosos de su tiempo, no ocupa la violencia para transformar las cosas.
Para Jesús, el método o la forma en cómo se ha ejercido la autoridad en el nombre de Dios, ha sido muy enfermiza, ya que las prácticas están alejadas de los valores del reino. De aquí que las predicaciones de Jesús sobre el Reino de Dios, “no afecta sólo a las personas en su exigencia de conversión. Afecta también al mundo de las personas como liberación del legalismo, de los convencionalismos absurdos, del autoritarismo y de las fuerzas y potestades que sojuzgan al ser humano.”
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En los tiempos de Jesús, los que distribuían la justicia, solucionaban los casos y velaban por el orden público, eran los escribas y fariseos. Los escribas eran rabinos, teólogos que estudiaban la ley mosaica y las Escrituras en general; y los fariseos eran parte de una congregación laica fervorosa y pietista. Estos líderes observaban todo al pie de la letra y se preocupaban de que el pueblo también las cumpliera, estos eran los policías del pueblo judío.
¿Qué autoridad tiene Jesús sobre ellos? Sería la pregunta que ellos mismos se plantearían. Jesús es de Nazaret, un carpintero, ¿Qué autoridad puede tener sobre los escribas, fariseos, y de los ancianos líderes del pueblo? Jesús no viene de una tradición sacerdotal, no es levita. Es cuestionada su autoridad, sobre todo porque era una autoridad que cuestionaba el ejercicio tradicional y acostumbrado por la gente. Ya que Jesús enseña, que para ser parte del Reino de Dios, no basta con cumplir las leyes, urge una transformación vital y un cambio total de los fundamentos, a los cuales se oponen los fariseos.
La autoridad que ejerce Jesús es una función de servicio. Lo que escandaliza al sistema establecido en el momento, son las declaraciones de Jesús: “el que quiera llegar a ser grande, debe ser un servidor, el que quiera ser el primero, debe ser el pequeño, el sirviente” (Mt. 20.25-27); “los publicanos y las rameras llegaran antes que ustedes al reino de Dios” les dice a los fariseos (Mt. 21.31). ¿Con que autoridad dice estas cosas? No nace de sí mismo, porque así le place; más bien porque es un personaje que escucha la voz del Padre, y lo único que hace es hacer su voluntad.

Conclusión
La autoridad de Jesús no es para ejercer el poder o la fuerza, sino para ejercer el servicio, la humildad, en amor y entrega según la voluntad de nuestro Padre. ¿Qué hará con ellos el dueño de la viña? El v. 16 dice: “Irá, terminará con aquellos viñadores y entregará la viña a otros”. En el diálogo con Jesús, ellos salen mal librados porque Él los atrapa en sus propias redes. Sabemos que este tema (autoridad y poder) seguirá creciendo dramáticamente y que Jesús no estará dispuesto a ceder ni autoridad ni poder, porque en su propuesta, estas dos realidades son servicio, amor y entrega; ceder en esto es “bendecir” o darle crédito al status quo establecido.
Esta parábola es un llamado a la reflexión ya que sacude al pensamiento humano. A tal grado que incomoda, porque toca las raíces del deseo humano, un deseo meramente satisfactorio en el orden terrenal e individual. Sacude y cuestiona lo que a nuestro parecer es bueno y lo que debe seguirse practicando. Esto explica la actitud de los letrados y sumos sacerdotes, que intentaron detenerlo en ese momento por que la parábola iba dirigida hacia ellos; pero nuevamente, la inseguridad les apodera, porque sabían que lo que defendían efectivamente era una autoridad al servicio del bienestar particular, alejado del proyecto del reino. No actuaron, porque temieron al pueblo, un pueblo que ha sido víctima de este tipo de autoridad que ellos ejecutaban.
¿Con qué autoridad hace Jesús lo que hace? su forma de vida nos dará la respuesta, con la autoridad de que es un mensajero de Dios, en tiempos de dificultad y que viene a anunciar el reino. Con la autoridad del padre que le manda como profeta a describir las señales del reino, de ser maestro de sabiduría. Su autoridad radica en el servicio y en su entrega por el reino. La autoridad espiritual de Jesús, radica en que es un maestro y un profeta, que escucha la voz de Dios; y lo único que hace es ejecutarlo para el bien de la humanidad. Porque nos ha enseñado un ejercicio de autoridad que libera, que genera esperanza, que refleja misericordia y perdón. Porque usando esa autoridad para servir y amar y de esta forma dar su vida por nosotros, es por eso que en este día, en esta semana le estamos celebrando. Agradeciendo por tanto amor y cuidado hacia esta viña, nosotros su pueblo.

Notas
[1] José Antonio Marina, La recuperación de la autoridad. Madrid, Versátil, 2009, 192 pp.
[2] Diccionario de la Lengua de la Real Academia Española, en línea. Ver en: http://buscon.rae.es/draeI/SrvltConsulta?TIPO_BUS=3&LEMA=Autoridad
[4] Leonardo Boff, “Jesús, hombre de extraordinario buen sentido, fantasía creadora y originalidad”, en Jesucristo Liberador. Ensayos de cristología crítica para nuestro tiempo, Trad. Jesús García-Abril, 6ª ed., Santander, Sal Terrae, s/f, p. 95.
[5] Ibid., p. 96.
[6] L. Boff, op. cit., p. 97.
[7] Jon Sobrino, “Misión y fe en Jesús”, en Jesucristo liberador. Lectura histórico-teológica de Jesús de Nazaret. México, CTR-UIA, 1994, p. 127.
[8] Xabier Pikaza, “Maestro de sabiduría: la palabra del reino”, en El evangelio I. Vida y pascua de Jesús. 2ª ed., Salamanca, Sígueme, 1993, p. 161.
[9] L. Boff., op cit., p. 86.

Apocalipsis 1.9, L. Cervantes-O.

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